El turismo solidario, fuente de voluntarios en el devastado noreste de Japón

  • Casi medio año después del terremoto de marzo se han multiplicado las ofertas de viajes solidarios a las zonas devastadas del noreste de Japón, que unen turismo y voluntariado para impulsar la reconstrucción y la economía a la vez La mayoría de los turistas solidarios son japoneses que aprovechan sus días libres para enfundarse un par de botas y una mascarilla y soportar las altas temperaturas, el esfuerzo físico y los fuertes olores por ayudar a sus vecinos del norte, antes de visitar algun

Javier Picazo

Tokio, 8 sep.- Casi medio año después del terremoto de marzo se han multiplicado las ofertas de viajes solidarios a las zonas devastadas del noreste de Japón, que unen turismo y voluntariado para impulsar la reconstrucción y la economía a la vez

La mayoría de los turistas solidarios son japoneses que aprovechan sus días libres para enfundarse un par de botas y una mascarilla y soportar las altas temperaturas, el esfuerzo físico y los fuertes olores por ayudar a sus vecinos del norte, antes de visitar algunos de los enclaves más bellos de la zona.

Hasta que fue sacudida por el gran seísmo de marzo, la zona de Tohoku ofrecía a los visitantes una gran variedad de paisajes naturales, rica gastronomía, castillos, cascadas, playas y parajes como Matsushima, una bahía con cientos de islotes considerado por los japoneses como uno de los tres lugares más bonitos del país.

"Es muy importante recuperar el número de turistas, que ha bajado drásticamente después del terremoto", señaló a Efe Emiko Okuyama, alcaldesa de la ciudad de Sendai, la principal de la región de Tohoku y una de las grandes afectadas por el desastre de marzo.

Para la alcaldesa, es vital que los visitantes vuelvan a zonas como las de Akita o Iwate, "que ni fueron dañados, ni reciben radiactividad", y que los turistas, especialmente los extranjeros, se den cuenta "de que allí no hay ningún problema".

Con esta necesidad en mente, son varias las agencias de viaje en Tokio que han diseñados diversos planes según destinos y días de duración para que, por un precio muy ajustado, entre 20.000 y 50.000 yenes (entre 180 y 460 euros), puedan movilizar al mayor número de estos turistas-trabajadores.

Algunos de esos viajes son incluso tan solo de una jornada, en la que los voluntarios salen de noche y, tras cerca de 7 horas de trayecto en autobús desde Tokio, llegan a las zonas costeras devastadas para trabajar durante cinco horas y volver cuando cae el sol.

Pero los más demandados son los de fin de semana, como el que llevó a la japonesa Asa a conocer y trabajar durante unas horas en la cruda realidad de Ishinomaki, una de las ciudades más arrasadas por el tsunami, antes de visitar Hiraizumi, un maravilloso enclave entre montañas recién nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Por cerca de 30.000 yenes (unos 275 euros), cerró un viaje que incluía transporte en autobús, algunas comidas, una noche en un "ryokan" (hotel tradicional japonés) con "onsen" (aguas termales) y una jornada de voluntariado.

Llegar a Ishinomaki fue "como estar en una película de terror", explicó a Efe esta tokiota, que relató cómo en la costa "no queda nada y se ven montañas de coches" apiladas tras los trabajos de recogida de escombros.

"Es una experiencia que recomiendo a todo el mundo", añadió Asa, quien en Ishinomaki ayudó en una fábrica de latas de conservas, una industria que antes del desastre era una de las principales de la ciudad.

Con las plantas paradas por los destrozos del tsunami, el único sustento de los empleados es ahora la venta de las latas de conservas rescatadas de entre el lodo y los escombros, que los voluntarios tienen que limpiar durante cerca de cuatro horas.

"Se necesitan muchos voluntarios y a muy largo plazo", apuntó Asa, que destacó que la tranquilidad que muestran los afectados a la hora de relatar sus traumáticas experiencias, como la de un anciano trabajador que perdió a cinco de sus familiares y solo ha podido recuperar el cuerpo de uno de ellos.

El terremoto y el tsunami del 11 de marzo causaron 15.744 muertos y dejaron 4.227 desaparecidos, según las últimas cifras de la Policía, que a punto de cumplirse seis meses de la tragedia todavía actualiza los datos a diario.

En la provincia de Miyagi, la más afectada y donde se encuentran Sendai e Ishinomaki, los muertos fueron 9.383 y los desaparecidos 2.283, al tiempo que más de 73.200 viviendas quedaron totalmente destruidas y todavía hay unas 2.850 personas en 117 refugios.

Por eso, es en esta provincia donde concentran centenares de organizaciones niponas e internacionales para canalizar la ayuda, con el apoyo de los voluntarios que aportan su grano de arena a la reconstrucción y tratan de demostrar, al mismo tiempo, que el norte es un destino seguro y de una belleza extraordinaria.

Mostrar comentarios