Previsiones para 2023

Las empresas toman la delantera en la inversión verde tras la cumbre de Egipto

El sector privado lleva la delantera en este ámbito ante la menor iniciativa política y ayuda a cerrar la brecha entre la ambición de los líderes mundiales, al tiempo que prepara a las organizaciones para la transición. 

Las empresas toman la delantera en inversión verde
Las empresas toman la delantera en la inversión verde tras la cumbre de Egipto
Pixabay

En un mundo que sigue tratando de dejar atrás los confinamientos derivados de la Covid, las fracturas en la ambición económica, social y medioambiental se hacen cada vez más patentes. De cara al 2023 y los próximos años, la deuda que ha dejado como herencia esta crisis reduce la capacidad de los gobiernos de mantener su apoyo a la sociedad en tiempos difíciles. ¿Será interesante la inversión sostenible en este próximo año?

Según Andy Howard, responsable global de inversión sostenible de Schroders, es probable que veamos nuevas intervenciones, y se prevé que las empresas jueguen un papel “más importante” a la hora de afrontar cuestiones críticas, desde el desafío climático hasta “la crisis del coste de la vida, pasando por la amenaza a la biodiversidad”. El experto explica que, en resumen, el futuro que nos espera tiene pinta de distar mucho de nuestro pasado. “Con este telón de fondo, la gestión activa de un gestor de fondos y su capacidad de adaptar las estrategias de inversión a los desafíos y oportunidades que están por venir tendrá más importancia que nunca para la rentabilidad de las inversiones”, apunta.

Cambio climático y voluntad política

En primer lugar, el cambio climático es una cuestión ineludible. Todos los inversores están expuestos al impacto no solo del calentamiento global y los daños al medioambiente en sí, sino a la acción política y económica para dar respuesta a estos problemas. “Los inversores deben estar seguros de que su exposición a estos riesgos se valora cuidadosamente y se gestiona de la mano de las oportunidades que ofrecen soluciones al desafío climático”, comenta Howard.

Fijarse objetivos es la parte fácil. La manera en que tanto nosotros como el resto de empresas nos descarbonicemos afectará de forma crítica al valor que creamos para nuestros clientes. Nuestro Plan de Acción para la Transición Climática marca la hoja de ruta. Está claro que el impulso político se ha desacelerado en 2022, pero cabe destacar que el sector privado sigue tirando del carro y ayuda a cerrar parte de la brecha entre la ambición que han expresado los líderes mundiales y la preparación de las empresas para materializar la transición.

La cumbre del clima COP27 celebrada en noviembre en Egipto sirvió de poco para reforzar el compromiso global para actuar, aunque el acuerdo para crear un fondo de “pérdidas y daños” con el fin de ayudar a los países en vías de desarrollo debería dar respuesta a uno de los principales desafíos a la hora de hacer realidad los cambios necesarios para lograr los objetivos que marca el Acuerdo de París de 2015. 

A finales de 2023, el foco pasará a ser la COP28 que se celebrará en los Emiratos Árabes. “Nos hemos centrado en utilizar nuestra voz e influencia para lograr el compromiso de las empresas más expuestas e instarlas a presentar planes de transición. El año que viene, intensificaremos los esfuerzos en este sentido”, ahonda el experto de la gestora británica.

El capital natural

En este contexto, el papel del capital natural y las amenazas a la biodiversidad en sentido amplio será fundamental. Las amenazas para el clima son un síntoma de las tensiones estructurales y cada vez mayores entre el aumento de la demanda por parte de una población mundial cada vez más numerosa, pudiente y hambrienta y los recursos disponibles en el planeta, que no son infinitos.

Actualmente, la humanidad consume recursos equivalentes a 1,7 veces los que genera el planeta anualmente, con lo que el déficit de capital natural aumenta aún más y se intensifican las amenazas como consecuencia del deterioro de los ecosistemas globales. Algunas estimaciones hablan de una pérdida de 10 billones de dólares en capital natural cada año y subrayan las cargas ocultas que se acumulan sobre la economía global.

La cruda realidad es que los riesgos para la naturaleza son, cada vez más, un factor a tener en cuenta en los riesgos de inversión y la rentabilidad. “Por eso, hemos puesto en marcha nuestro primer Plan para la Naturaleza a finales de 2022, que aúna todos nuestros esfuerzos hasta la fecha y fija el rumbo de las medidas que estamos tomando para dar respuesta a las causas y consecuencias de la pérdida de espacios y recursos naturales”, dice Howard.

La importancia de la regulación

Estas tendencias se consolidan en un contexto en el que el sector recibe más escrutinio público y despierta más escepticismo que nunca. La regulación avanza desde la UE hacia otras partes del mundo, y es probable que la exigencia de transparencia y claridad en cuanto a lo que ofrecen los productos aumente, y con razón.

Las noticias sobre 'greenwashing' han puesto de relieve la importancia de la transparencia, y la mejor vacuna contra este fenómeno es la honradez, la transparencia y la coherencia. “Por eso, firmamos la campaña 'Business for Nature’s Make it Mandatory' antes de la COP15, que abogaba por obligar a todas las grandes empresas e instituciones financieras a informar sobre su impacto sobre la naturaleza y dependencia de ella a partir de 2030”, asegura Howard.

En conclusión, seguir el ritmo a la intensidad y velocidad de los cambios normativos ya ha supuesto un reto importante de por sí. “Poner en práctica el análisis, los modelos y la adaptación de nuestro compromiso con las empresas en cartera para reflejar nuestro conocimiento cada vez más profundo de las tendencias estructurales en cuestiones sociales y medioambientales, con un volumen cada vez mayor de datos ASG, sube la exigencia”, finaliza. 

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