España consolida posiciones en bonos sostenibles y se convierte en el tercer emisor de la Unión Europea, tras movilizar el 21% del total de emisiones logradas el primer semestre del año, en un año complejo para el mercado de deuda. Esta posición se registra en medio de la particular sequía que atraviesa el mercado de capitales español al calor del encarecimiento de la financiación externa y la incertidumbre que asola al Viejo Continente desde el estallido de la guerra en Ucrania, algo que no ha afectado con tanta intensidad a estos productos, que combinan criterios tanto sociales como ecológicos, logrando mantener la oferta en niveles similares a los del mismo periodo de 2021; con una caída de apenas el 3%, frente al 35% del total ESG.
Pese a ello, el informe anual que elabora la Asociación de Mercados Financieros de Europa (Afme) arroja que el peso de la financiación que cumple con los criterios ESG sobre el total de deuda aún tiene recorrido. Al relacionar el volumen de ESG sobre el total, sin embargo, España retrocede hasta el puesto once en el ‘ranking’, dado el peso de la deuda en circulación que no cumple con criterios socialmente responsables.
En el primer semestre de 2022, la deuda sostenible representó un 6,4% de las emisiones totales, frente al frente al 11,3% de 2021 y el 5,8% de 2020. Sin embargo, esto no impide que sea el cuarto mercado más grande por emisiones ESG dentro de la Unión Europea, con un volumen acumulado de 80.600 millones desde 2012. Solamente le adelantan Francia, que roza los 300.000 millones, Alemania (189,3 millones) y Países Bajos (117,5 millones).
Durante este año, las emisiones de deuda se han contabilizado casi a cuentagotas por la volatilidad que la guerra en Ucrania ha provocado en los mercados y por el alza que la inflación, que ha forzado al Banco Central Europeo (BCE) a impulsar los tipos de interés. Las empresas, por el momento, han optado por recurrir a las entidades bancarias para financiarse, ya que las condiciones eran más ventajosas.
La resistencia de la deuda sostenible no se ha contagiado a todas las emisiones ESG, que en su conjunto han retrocedido un 35% entre enero y junio de 2022, ante la caída de las emisiones de deuda verde, que se han contraído un 47%. Esto no impide que sean la categoría dominante, copando más de la mitad de la emisión total. También han dado marcha atrás los bonos sociales - centrados en la financiación de proyectos con impacto social positivo- que retroceden un 21%.
El tropezón de la deuda ESG ha estado alineada con el conjunto de los bonos. cuyas colocaciones, donde las emisiones corporativas se han desplomado alrededor de un 52%, siendo las entidades no financieras la menos activas en este sentido, con una representación que apenas llega al 3,5%, frente al 10% que rondaban durante los dos ejercicios anteriores.
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