Andorra: "Un empate para nosotros es como ganar el Mundial"

Estadio Comunal de Andorra la Vieja. 21h00, un lunes por la noche, la selección andorrana se entrena bajo una iluminación pálida. Como un club aficionado. Pero no es una práctica cualquiera, ya que el viernes se enfrenta a los campeones de Europa, Portugal, en las eliminatorias al Mundial-2018.

Aquí no hay entrenamiento a puerta cerrada. El calentamiento comienza ante los ojos de los miembros del club local de atletismo, que como otros deportistas acaban de terminar sus ejercicios, en este estadio ubicado entre montañas y cercano a un cámping.

Aparte de Max Llovera, que juega en el Lleida, de la tercera categoría española, y Marc Vales, que lo hace en la primera división finlandesa, en el SJK, todos los internacionales andorranos son aficionados.

Si algunos juegan para el FC Andorra, mejor club del Principado, que milita en el campeonato regional de Cataluña, tras haber estado en la tercera división española hasta finales de los años 1990, muchos lo hacen en la liga de este pequeño país pirenaico de 85.000 habitantes.

Y el fin de semana, sus estadios no son los de la Liga española o de la Premier League como las estrellas de las selecciones a las que se enfrentan sino el césped donde se encadenan en cada jornada los partidos entre los ocho equipos de la primera división andorrana, por falta de un número suficiente de estadios en esta pequeña nación.

Pero los andorranos no quieren ser presentados como un equipo de aficionados compuesto de mecánicos o de agentes de seguros. La federación se niega de forma categórica a comunicar las profesiones de los jugadores.

"Es la vida personal de los jugadores. Y a mí, lo único que me interesa es lo que hacen en el campo", afirma el técnico, Koldo Álvarez, exguardameta de la selección de Andorra.

"No son todos profesionales, es verdad, pero su virtud es tener los pies en el suelo y cuando están en la selección, se comportan como auténticos profesionales", añade.

Pero para la 203 nación de la clasificación de la FIFA, el vértigo es mayor cuando se trata de jugar contra el Portugal de Cristiano Ronaldo o el Gales de Gareth Bale. Pero en cuanto a su amor a la camiseta, los andorranos no quieren recibir lecciones de nadie.

"Es un orgullo defender a tu país, a tu pueblo", señala Jordi Aláez, estudiante de formación profesional del deporte y gran esperanza del fútbol andorrano a sus 18 años.

"Nuestro país es muy pequeño y comprendemos rápidamente hasta qué punto es difícil jugar contra grandes campeones. Pero es un orgullo luchar en el campo para que la diferencia entre ellos y nosotros se reduzca", abunda Ildefons Lima, de 36 años, máximo goleador de la selección (10 tantos en 100 partidos internacionales), que ha jugado a lo largo de su carrera en la segunda y tercera divisiones de España e Italia, además de Suiza y México.

Desde sus primeros partidos oficiales en 1998, los mayores éxitos de Andorra, que nunca se ha clasificado para una competición internacional, son una victoria frente a Macedonia en 2004 (1-0) y dos empates, otra vez con Macedonia (0-0) y Finlandia (0-0) en las eliminatorias al Mundial-2006.

Más allá de estos cinco puntos, los únicos ganados por los andorranos, la corta derrota frente a Francia (0-1) en 1999, con un penalti marcado por Franck Leboeuf en los últimos minutos, figura también en su leyenda.

Y el objetivo de estas calificaciones es al menos lograr un empate. "Si pensamos en lo que somos, ganar un punto para nosotros es como ganar el Mundial", dice sonriendo Ildefons Lima.

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