Arthur Zanetti, el gimnasta que abrió el camino del oro para Latinoamérica

Cuando se cuelga de las anillas, Arthur Zanetti ya sabe qué pasará. Lo ha visto con los ojos cerrados, en medio de un trance de las sesiones de hipnosis donde imagina movimientos exactos y entrena una mente exigida al máximo, la misma que le dio un oro histórico en Londres-2012.

Al aterrizar sobre la colchoneta tras el ejercicio más importante de su vida, Zanetti sonrió feliz. De nuevo, ya sabía lo que iba a pasar. A los pocos minutos, los jueces le declararon ganador de la final de anillas, un oro que le convertía en el primer campeón olímpico de la gimnasia latinoamericana.

Fue entonces cuando se lanzó a los brazos de su entrenador de siempre, Marcos Goto, el técnico que hace casi dos décadas reconoció en aquel niño menudo que se definía como "muy malo" para el fútbol a un gimnasta que haría historia.

Ahora con 26 años, la aventura por los aires del pequeño Arthur comenzó cuando tenía 7 y un profesor sugirió a sus padres que le llevaran a un club de gimnasia de Sao Caetano do Sul, la localidad del área metropolitana de Sao Paulo donde viven.

Marcos llegó poco después y ya no se separaron.

"Creo que si entreno en otro club, con otro técnico, no funcionará. No consigo verme en otro lugar y sin Marcos como técnico", contó Zanetti en julio a TV Globo.

Goto es el celoso guardián de la preparación multidisciplinaria de este campeón de 1,56 m, donde la mente tiene tanta fuerza como los músculos. Y la del gimnasta paulista va a estar especialmente forzada en Rio, ya que de sus anillas cuelgan también buena parte de los sueños dorados del país anfitrión.

Hace diez años que Zanetti incluye en sus entrenamientos un tipo de hipnosis específica para atletas, diferente de otras variantes más espectaculares, que le induce a un estado que no es de trance completo, según contó la psicóloga deportiva María Cristina Miguel al sitio UOL.

"Lo usamos bastante para elementos nuevos y para movimientos en los que tenemos algún tipo de dificultad. Puedes imaginar a otro atleta haciendo ese movimiento o tú mismo y se repite hasta que salga todo perfecto", explicó el gimnasta al mismo medio.

En su batalla por la concentración, Zanetti sorprendió en enero al anunciar que dejaba Rio tras un año entrenándose allí para preparar la crucial recta final hacia los Juegos en su club de toda la vida, en Sao Caetano.

Arthur venía de hacer un gran esfuerzo en el Mundial de Glasgow-2015, donde ayudó al equipo brasileño a clasificarse por primera vez para unos Juegos, aunque el precio lo pagaron las anillas.

Tras su oro mundial en 2013 -y sus platas de 2011 y 2014- el campeón olímpico se quedó por primera vez fuera de la final en Escocia.

La gloria en Rio pasaba, sin embargo, por aquellas circunferencias de las que Zanetti se quedó colgado de niño y qué mejor que prepararse apoyado en la plataforma artesanal que le fabricó su padre Archimedes en su taller, donde se ha especializado en la creación de herramientas para facilitar el entrenamiento de su hijo.

"Creímos mejor volver, no es una cuestión del equipamiento o del clima, sino por estar cerca de la familia. El punto principal es la familia y creemos que es mejor estar en Sao Caetano en este momento", afirmó entonces el atleta.

La apuesta no salió mal, y en abril fue el triunfador del evento test de gimnasia en Rio, por delante del actual campeón mundial, y su gran amenaza en los Juegos: el griego Eleftherios Petrounias, quien había quedado ocho puestos por encima en Glasgow.

Pero tras su su gesto sereno y ese aire de buen estudiante que toda madre quiere como yerno -a principio de año se graduó en Educación Física-, Arthur Zanetti esconde la garra y el carácter que cincela la élite.

"Todavía es nervioso, pero se controla. Aunque a veces le veo en el gimnasio, y cuando no consigue hacer un ejercicio, da un golpe al aparato", contó su madre, Roseane, al sitio GloboEsporte en mayo.

Y por si su vida colgado a 2,75 metros de altura y sus imposibles piruetas no fueran suficiente, a Arthur todavía le queda hambre de adrenalina cuando sale del gimnasio.

Junto a su hermano, tres años mayor, cultivó la pasión por la velocidad, pero tuvo que bajarse de la moto por la gimnasia; había demasiado en juego.

Tanto que decidió venderla, y olvidarse de los viajes con su novia para ir a surfear, la tentación era peligrosa.

Victor siguió y ahora tiene un taller, además de un tatuaje en el corazón con el rostro de su hermano sobre un fondo celeste.

El 6 de agosto, justo cuando se cumplen cuatro años de su oro olímpico, Arthur Zanetti se subirá por primera vez a las anillas de Rio. Seguro que ya ha imaginado cada movimiento.

rs/ol

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