Después de 70 años, Cuba sigue lejos de EEUU...en el fútbol

En la cancha no ocurrió lo mismo que en la diplomacia. No hubo acercamiento ni relaciones entre iguales. Estados Unidos venció por 2-0 en su visita a Cuba, en el primer amistoso que disputaron las dos selecciones de fútbol en casi siete décadas.

Fue la victoria número 11 que obtuvo la selección del norte frente a Cuba en 13 juegos disputados.

La última vez que la isla se impuso fue en 1947, también en La Habana, cuando los países no habían roto relaciones y Fidel Castro todavía no llegaba al poder.

Esta vez Chris Wondolowski, al 62, y Julian Green (72), impidieron que Cuba limpiara su historial de derrotas, aunque en las gradas la diplomacia se impuso.

Lejos del enfrentamiento habitual entre hinchas, cubanos y estadounidenses se dedicaron a disfrutar del pedazo de historia que les reservó el fútbol.

Cantaron juntos, se dieron ánimo y agitaron las banderas de los dos países.

"Es un juego muy importante para mí porque sigo a la selección de Estados Unidos prácticamente toda mi vida", comentó Grant Kiefer, de 21 años y quien llegó de Nueva York como parte de un programa de estudios.

Unos 7.000 asistentes se dieron cita en el estadio Pedro Marrero para ver un juego con más morbo político que interés deportivo.

Los extranjeros debieron pagar una entrada equivalente a diez dólares, mientras que para los cubanos el ingreso fue casi gratuito.

Jill Biden, la esposa del vicepresidente estadounidense Joe Biden, estaba entre los invitados junto con Jeffrey DeLaurentis, embajador designado de Washington para La Habana.

"Es un fútbol completamente desigual, el fútbol de aquí es muy malo. Desgraciadamente acá se liga demasiado la política con el deporte", señaló Manuel Díaz, un profesor cubano de cultura física, de 54 años, quien hacía fuerza por los "americanos".

En la clasificación mundial de la FIFA Estados Unidos, que hasta 1995 pasó 21 años sin fútbol de primera categoría, ocupa el puesto 22, mientras Cuba está en la casilla 139.

Pese a la diferencia, el exmundialista alemán Jurgen Klinsmann, técnico de Estados Unidos, alabó la importancia del juego más allá del resultado.

"Creo profundamente que el deporte puede construir puentes. Siempre lo ha hecho, no hay mejor manera de acercar a las personas con diferentes ideas políticas", dijo el entrenador, al recordar que su familia estuvo 25 años dividida por el Muro de Berlín.

Antes de iniciar el compromiso, la televisión cubana transmitió un mensaje de apoyo del exastro Diego Maradona.

A tono con la reconciliación diplomática de hace año y medio, Estados Unidos pareció venir en son de paz. Hacía menos de siete meses que Barack Obama había enterrado la Guerra Fría con una visita histórica a La Habana.

Pero el equipo de Klinsmann terminó sufriendo, y no solo por la resistencia que mostró el rival en la primera parte, sino por las difíciles condiciones de la cancha.

Acostumbrados a estadios de primer nivel - no en vano fueron anfitriones de una Copa Mundo en 1994 - a los estadounidenses les costó adaptarse al terreno duro e irregular.

"Ni Dios podría perfeccionar la técnica a un atleta en un terreno así", se quejaba el profesor Díaz.

Al mismo tiempo el clima sofocante y húmedo pareció jugar a favor de los cubanos, que en la primera parte salieron invictos.

Hasta ese momento, Estados Unidos no era el adversario poderoso e imbatible que mostraban los números.

Incluso antes de que llegaran los goles Maykel Reyes, del Cruz Azul de México, estrelló una pelota en el palo al 57.

Cuba se ilusionaba. Un palo más, una llegada más atrevida que la otra, y una afición que coreaba a todo pulmón.

Pero cayó el primer gol, luego el segundo y la historia no cambió: Estados Unidos volvió a ganar, aunque por lo menos no fue el rival que "aplasta" a Cuba, como había anticipado el capitán Daniel Sáez.

Al final "no ganamos, pero nos plantamos bien en la cancha, sin complejos, ante un rival muy superior", reconoció a la prensa Josel Piedra, zaguero cubano.

Para muchos de los aficionados lo ocurrido en la cancha fue lo de menos.

"Claro que esto tiene su política, pero estas cosas amistosas sirven para resetear las relaciones", indicó Abraham García, un estadounidense de 47 años que trabaja en la embajada de su país en La Habana.

En las afueras del estadio, varias decenas de visitantes estadounidenses prefirieron disfrutar del partido por la televisión a sorbo de cerveza. Al fin y al cabo esto poco tenía que ver con el fútbol.

vel/cd

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