España vuelve a encontrarse con sus viejos fantasmas

España fue de nuevo esclavo de su estilo ofensivo. A la Roja le servía un empate para ser primero de grupo, el martes contra Croacia, y evitar a todas las selecciones grandes en sus próximas rondas. Pero un contragolpe del rival a tres minutos del final echó por tierra todos sus planes y perdió por 2-1.

Difícil imaginar a Italia, que será su rival en octavos, encajar un gol a la contra al final de un partido, cuando el marcador le favorece.

Pero en el minuto 87, Ivan Perisic pilló adelantada a toda la defensa española y logró el gol del triunfo.

"No hemos sabido conservar el balón para no estar expuestos a un contragolpe", analizó el seleccionador español, Vicente del Bosque, tras la derrota.

Si el empate le colocaba en una parte del tablero en la que evitaba hasta una hipotética final a Italia, Alemania, Francia o Inglaterra, la derrota le obliga a enfrentarse a ellos antes del partido decisivo.

Un camino de espinas, que podría haber sido rosas en caso de empate, ya que en octavos, cuartos o semifinales, en la otra parte del cuadro, le esperaba un tercer clasificado en octavos y Polonia o Suiza en cuartos.

España parecía tener aprendida la lección de ser más pragmático y saber amarrar el resultado que le conviene, aunque sea hipotecando su natural estilo agresivo y de ataque.

Todo parecía haber cambiado desde los octavos de final del Mundial de Alemania-2006, cuando David Villa había adelantado a España contra Francia, y Franck Ribery había marcado un gol psicológico, que significaba el empate al final del primer tiempo en un contragolpe. Al final la Roja perdió por 3-1.

El entonces seleccionador Luis Aragonés fue criticado por el alma valiente de España. El técnico acuñó una frase: "nos faltó saber guardar la viña con el 1-0".

Ríos de tinta se escribieron sobre aquella jugada de Ribery que parecía haber hecho más cauta ese espíritu poético de España.

Diez años después, la historia muestra que aquella lección no se aprendió y la Roja no supo guardar la viña contra Croacia.

Varios viejos fantasmas aparecieron en el partido contra Croacia y esa falta sempiterna de un 'killer' en la selección española, que mate el partido cuando sea necesario.

Álvaro Morata, autor del primer gol, tuvo en el primer tiempo una clara oportunidad, solo ante el portero de la selección croata que no supo aprovechar. Esa jugada recordó a la de Julio Salinas en el Mundial de Estados Unidos-94 en un duelo de cuartos de final contra Italia.

Ese gol que podría haber dado la victoria a España, se convirtió después en un contragolpe italiano, que concretó Roberto Baggio y dio el pase a semifinales a los Azzurri.

En la historia de la selección española se acuñó una frase en el pasado, que parecía enterrada tras el triunfo en el Mundial de 2010 y las Eurocopas de 2008 y 2012. "Jugamos como nunca y perdimos como siempre".

En la Eurocopa de 2016, España estaba jugando como nunca, con dos victorias convincentes ante República Checa (1-0) y Turquía (3-0), pero Croacia le despertó del sueño.

El precio pagado por España a su amor por el juego, nadando sin guardar la ropa, ha tenido muchos ejemplos en el pasado, como la derrota contra Austria en la primera fase de Argentina-1978, en un partido que el rival ganó gracias a sus contragolpes (2-1), condenando a la Roja a no pasar de ronda.

También en cuartos de final del Mundial de 1986, cuando fue eliminada en cuartos de final por Bélgica en los penales, tras un contragolpe de Jan Ceulemans, pese a tener la posesión de la pelota, en un duelo que terminó en empate (1-1).

Esos dos son ejemplos de una España que parecía haber cambiado. Pero Perisic devolvió a España a su pasado.

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