Pajón e Ibargüen, rostros de la esperanza para Colombia en Rio-2016

Por talento, trayectoria y tesón, las estrellas deportivas Mariana Pajón y Caterine Ibargüen, apuesta fuerte de Colombia en Rio-2016, son los rostros de la esperanza de un país que busca superar más de medio siglo de violencia.

La bicicrosista Pajón y la atleta Ibargüen, oro y plata respectivamente en la cita de Londres-2012, han mostrado ser inspiración en una Colombia golpeada por el conflicto armado que ha enfrentado a guerrillas, paramilitares y fuerzas estatales, y por el narcotráfico y su cruenta guerra contra el Estado.

Ambas nacieron en medio del temor y la muerte: Pajón hace 24 años en la Medellín de los carro bombas y los sicarios enviados por el capo de la cocaína Pablo Escobar para sembrar el pánico; Ibargüen hace 32, en la ciudad de Apartadó, en la convulsionada y empobrecida región del Urabá (noroeste), tristemente célebre por las masacres y los desplazamientos forzados.

Pero la una y la otra lograron canalizar su vocación más allá de las dificultades.

Para Pajón, la chica de 1,58 metros de estatura y mirada dulce, significó probar que como mujer podía ser la "Reina del BMX" en que finalmente se convirtió.

Su amor por el 'Bike Moto Cross' surgió desde muy niña, cuando acompañaba a su hermano Daniel a las pistas. Casi por instinto, a los tres años montaba en bicicleta y dos años después ya competía, siempre contra varones porque no había más niñas que practicaran este deporte, considerado extremo.

"Ella se puso retos desde un inicio", contó su madre Claudia Londoño, de joven deportista al igual que su marido, en un foro que convocó a padres de atletas.

La estela de triunfos para Pajón comenzó a los cinco años, cuando se quedó con su primer campeonato nacional y siguió sin parar acumulando trofeos internacionales, como el Campeonato del Mundo Junior Femenino y el Campeonato del Mundo Crucero Junior Femenino en Adelaida (Australia) en 2009.

"Cuando ganas mucho te dan ganas de seguir ganando; es un vicio, el vicio de ganar", dijo recientemente Pajón a medios internacionales, a los que les recordó que la meta en Rio-2016 es alcanzar lo más alto del podio.

"Voy a dar más de mi 100%", repite constantemente, mostrando una actitud que la llevó a ganar la Copa Mundo Élite en 2010, el oro en los Sudamericanos en Medellín ese mismo año y el primer lugar en los Panamericanos de Guadalajara-2011.

Pero fue en la justa olímpica de Londres-2012 que Mariana dejó al mundo boquiabierto al salir del partidor y literalmente volar 37.706 segundos para quedarse con la medalla de oro del BMX femenino. Pajón mostró que el vicio de ganar podía impulsar a toda una nación que la sigue y la idolatra por sus éxitos, pero también por su carisma a toda prueba.

Su padre, Carlos Mario Pajón, no oculta su sorpresa sobre la capacidad de su hija de "competir golpeada y ganar". "Si no la hubiera visto nacer y crecer pensaría que es un extraterrestre", dijo tiempo atrás al diario colombiano El País.

"Hace cuatro años tuve que sortear muchos retos. Una semana antes de los Juegos tuve una caída fuerte y eso me complicó un poco las cosas. Ahora me siento más preparada", señaló a medios colombianos antes de partir a Rio.

En contraste con la menuda Pajón, una espigada morena de 1,80 metros y piernas interminables le ha demostrado a Colombia que es posible darle un salto a la pobreza y a la guerra.

Ibargüen creció en un hogar agobiado por la necesidad y en medio del conflicto armado y salió adelante gracias a su abuela Ayola Rivas, quien encarna la lucha de muchas familias en un país de grandes desigualdades.

"A doña Ayola le agradezco y también le debo mucho", dijo en mayo a Publimetro la madre de Caterine, Francisca Mena, al confesar lo duro que fue dejarla con su abuela mientras "intentaba salir adelante y darle un mejor futuro de vida".

La carrera deportiva de Caterine comenzó en el voleibol, pero un profesor de su colegio la llevó a las pistas de atletismo, de donde nunca más salió.

En plena adolescencia Ibargüen se probó en el salto alto. Llegó a los 1,76 metros, pero se quedó sin cupo a los Olímpicos de Pekín-2008 y pensó incluso en abandonar el deporte.

Otro ángel apareció entonces en su vida: el entrenador cubano Ubaldo Duany, quien la convenció de dedicarse al triple salto, una disciplina que le impuso un sinfín de sacrificios en extensas jornadas de entrenamiento para adquirir la técnica, pero le permitió dejar atrás las vicisitudes de la infancia.

Con esta nueva perspectiva se enfocó en ganarlo todo, desde el oro en los Panamericanos de Guadalajara, la plata en Londres-2012, el oro en los mundiales de Moscú-2013 y Pekín-2015. Además, se adueñó de las Ligas Diamante 2014-2015.

"Sabe muy bien para dónde va y qué quiere", suele decir Duany sobre Ibargüen, a quien considera "una hija".

Ante el desafío de Rio-2016, la "Diosa de Ébano", como se la conoce, aseguró estar "supremamente motivada". "Estoy orgullosa de ser parte de ese ramillete de damas que le ha dado tantos triunfos a Colombia", dijo hace poco sin dejar de sonreír.

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