Simone Biles, la gimnasta de oro, narra en un libro su terrible y dura infancia

  • La norteamericana que ha sido una de las grandes protagonistas de los Juegos Olímpicos de Río publicará el libro 'Courage to Soar' en noviembre próximo.

    Jamás conoció a su padre y debió escapar a los tres años de la casa de su madre, que era toxicómana. "Todos los retos de mi infancia me han convertido en lo que soy", afirma.

Simone Biles.
Simone Biles.
Diego Caldentey

El mundo ha hablado de ella durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Y miles de personas aún lo siguen haciendo. La gimnasta estadounidense Simone Biles ya ha escrito su nombre en el olimpo del deporte, tras una gesta asombrosa y conmovedora en tierras cariocas.

Pero no todo lo que reluce es el oro que ha ganado en cuatro oportunidades (y otra con medalla de bronce) en Brasil. Detrás de esa actuación memorable que combinó talento, esfuerzo y sacrificio se esconde una difícil historia de vida que la pequeña pero gigante Simone ahora se atreve a confesar. Desde su físico, sus escasos 1,45 metros y 47 kilos de peso no se condicen con el valor y el tamaño inmenso del alma de esta auténtica gladiadora ante la adversidad.

En noviembre próximo saldrá a la venta el libro 'Courage to Soar' en el que narra las numerosas dificultades y obstáculos que debió atravesar. Lo hace desde una mirada introspectiva y honesta. Pero no solo se refiere en esa obra a las barreras que suponen dar el salto a la gloria en el seno del deporte.

Biles también enfoca sus recuerdos en el ámbito familiar. La joven, que nació en Columbus (Ohio), ofrece algunas postales desgarradoras de su infancia. Jamás conoció a su padre y, durante los primeros años de su vida, se acostumbró a ver día a día cómo su madre se autodestruía en el mundo de las drogas.

Shanon, la progenitora de Simone llegó a ser una adicta aguda, por lo que Biles debió salir despavorida de su casa junto a su hermana pequeña Adria. El abuelo materno y su segunda mujer las albergaron en un hogar donde no había excesivas comodidades y, más bien, reinaban las carencias. Pero le ofrecieron el calor familiar que a Simone le faltaba. Finalmente esa pareja se quedó con la custodia de las niñas.

Tiempo después la madre de la joven intentó recuperar la tutela de las menores, pero el abuelo de la gimnasta prohibió que volviera a ver a sus hijas. Para entonces, a los seis años, Simone ya había comenzado a practicar gimnasia y con ocho la descubrió su entrenadora hasta la fecha, Aimee Borman.

"Un día decidió que sería una gran gimnasta y desde entonces lo ha hecho todo para lograrlo", dijo su entrenadora a la revista británica Time el pasado mes.

Sobre su madre Simone ya no se pregunta ciertas cosas, que antes retumbaron en su interior: "Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me pregunto si mi madre biológica se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no las tengo que responder yo", ha asegurado.

Hay confesiones en el libro que no son fáciles de digerir, pero mucho peor resultaría ponerle 'imágenes' a lo que Simone narra respecto de su infancia. De todas formas, reconforta escuchar declaraciones como éstas: "Quiero que la gente persiga sus sueños. Si estás dispuesto a trabajar por ellos, y si estás centrado y tienes determinación, llegarás realmente lejos".

Éste es el motivo por el cual ha decidido publicar su libro: ella quiere que su historia de vida sea absorbida por otras personas que hoy atraviesan dificultades, pero desea que no se rindan ante sus sueños. Simone quiere ser una especie de musa de tantos jóvenes como ella que tienen un sueño, según ha apuntado el tabloide británico Daily Mail.

"Todos los retos de mi infancia me han convertido en la joven mujer que soy ahora", sostiene la deportista, quien se dio el gusto de conocer a su "amor platónico" Zac Efron después de los Juegos Olímpicos. Ahora atraviesa un presente soñado en su vivienda situada en las afueras de Houston (Texas). Sabe que su gesta en Río permanecerá por siempre como uno de los grandes hitos del deporte. Pero ella redobla la apuesta y promete ir por más.

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