A Estados Unidos le quedó grande

Estados Unidos llegó a su segunda semifinal de Copa América pero el desafío frente a la Argentina de Lionel Messi le quedó grande. El anfitrión de la Copa América Centenario nunca pudo plantearle batalla a la albiceleste y fue goleado sin piedad.

El elenco dirigido por el alemán Jürgen Klinsmann llegó a semifinales del inédito torneo continental con la responsabilidad de ser el único representante de la Concacaf entre los cuatro mejores, tras la humillante eliminación de México en cuartos de final a manos de Chile (7-0).

Y si bien a Estados Unidos le faltó por suspensión tres jugadores habitualmente titulares -los volantes Jermaine Jones y Alejandro Bedoya y el delantero Bobby Wood-, nunca pudo plantearle batalla a Argentina.

De hecho, Argentina jugó a placer los noventa minutos en el estadio NRG de Houston, en Texas, y encaminó la victoria fácilmente con un rápido gol del 'Pocho' Ezequiel Lavezzi a los tres minutos.

Un error poco creíble para un equipo que disputa las semifinales de un torneo continental, que permitió a Lavezzi aparecer solo en la puerta del área menor para conectar de cabeza un pase de Messi y batir a un portero Brad Guzan que hizo lo peor que alguien en su puesto puede hacer: quedar a mitad de camino entre salir a cortar y permanecer bajo sus palos.

Treinta minutos más tarde, y con el partido siendo un monólogo de Argentina, Messi clavó su estupendo tiro libre con el que se convirtió en el máximo goleador de la historia de la selección argentina, con 55 tantos, y la semifinal estaba acabada.

Solo bastaba ver cuantos goles más iba a convertir la albiceleste, que lo hizo en dos ocasiones por intermedio de Gonzalo Higuaín jugando a media máquina, como queriendo evitar humillar al dueño de casa frente a su gente.

Fuimos "muy buenos", dijo Jürgen Klinsmann tras la derrota, dejando en claro que sus dirigidos lejos estuvieron de ser esos equipos agresivos en defensa como para poder tener chance alguna frente a un equipo que contaba con un Messi en su mejor nivel.

Estados unidos dejó que el astro del Barcelona recibiera libre el balón en mitad de cancha y le permitió que pudiera arrancar con pelota dominada hacia el arco de Guzan, un suicidio.

Messi, con tiempo y panorama, hizo lo que quiso. encaró hacia el arco, asistió a sus compañeros, abrió el balón a la banda, eludió...

"Creo que se vio clarísimo que cuando estábamos 1-0 abajo tuvimos demasiado respeto y Argentina pudo jugar de la manera que más le convenía", admitió Klinsmann.

"Después del primer gol, tratamos de gritarles desde la banca: 'vayan por ellos, impongan el juego físico, pisénle los talones, hagan algo", agregó frustrado el entrenador alemán.

"Fuimos muy respetuosos" y eso fue clave, agregó. "Fuimos muy ingenuos".

Pero "jugamos contra el mejor equipo del mundo y le dije a mis muchachos que no hay nada de que avergonzarse", añadió. "Tenemos que aprender de esto y seguir mirando para delante".

Y el próximo paso para Estados Unidos es pelear el sábado por el tercer puesto contra el perdedor de Chile y Colombia en el estadio de la Universidad de Phoenix, en Glendale, Estado de Arizona.

Si bien el tercer puesto para muchas selecciones es un premio consuelo, un partido que nadie quiere disputar, para Estados Unidos, y para la Concacaf, tienen su significado.

Para Estados Unidos ser tercero representa la mejor posición de su historia en Copa América tras el cuarto puesto logrado en Uruguay-1995.

Para la Concacaf, poder tener un representante en el podio en un torneo en el que sus selecciones demostraron estar lejos de las principales de Sudamérica y su buque insignia, México, fue humillado como nunca antes le había sucedido.

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