Bale, irregular con Cristiano, errático sin Cristiano

  • Sin Cristiano Ronaldo, la zona izquierda del ataque del Real Madrid, la autopista con la que soñaba Gareth Bale, quedaba libre para el jugador galés, que por fin iba a jugar en su sitio natural, el que muchos aficionados demandaban para un futbolista a veces perdido a pierna cambiada en la banda derecha del ataque madridista.

Juan José Lahuerta

Madrid, 31 ene.- Sin Cristiano Ronaldo, la zona izquierda del ataque del Real Madrid, la autopista con la que soñaba Gareth Bale, quedaba libre para el jugador galés, que por fin iba a jugar en su sitio natural, el que muchos aficionados demandaban para un futbolista a veces perdido a pierna cambiada en la banda derecha del ataque madridista.

Bale volvía al lugar que más se asemejaba al puesto que ocupó en el Tottenham cuando empezó a despuntar en el conjunto inglés. Aunque después acabó moviéndose por el interior y por la zona derecha del cuadro inglés, primero con Harry Redknaap y luego con André Villas-Boas, sus instantes más espectaculares los vivió desde la defensa.

El enorme recorrido que mostró con el Tottenham en esa posición, con partidos memorables para el recuerdo como los dos en los que humilló al brasileño Maicon contra el Inter de Milán en la Liga de Campeones, habían quedado atrás.

En la Premier League, cuando realmente despuntó fue en su faceta más atacante, con más libertad, en muchas ocasiones por la derecha, pero también por la izquierda en otros momentos. Era el rey del equipo, el dueño, todo valía para Bale.

Sin embargo, en el Real Madrid se encontró con un obstáculo llamado Cristiano Ronaldo. El portugués es intocable y el área izquierda del ataque blanco tiene escrito su nombre. Ancelotti así lo ha repetido en múltiples ocasiones tras ser cuestionado por el galés y por sus problemas para centrar con una pierna, la derecha, que prácticamente la tiene de apoyo y para completar con la izquierda sus inmensas y musculosas galopadas.

Aunque antes de recibir a la Real Sociedad sumaba diez goles en su cuenta particular, el galés ha recibido muchas criticas a lo largo del curso. Algunas, relacionadas con su incapacidad natural para meter buenos centros desde la línea de banda. Y, sobre todo, por su lentitud en colocarlos al tener que cambiar el balón de pierna.

Por eso, había expectación con Bale. Había ganas de verle en la otra zona del campo, aquella que acapara Cristiano con ansiedad y sin mucha relevancia en los dos últimos meses, sobre todo desde que ganó el Balón de Oro con grito incluido.

Comenzó perdido, alternando su posición con Karim Benzema. Un rato por el centro, otro rato por la banda, hasta que se adueñó de ella. Así fue en la primera parte, en la que sufrió algún tímido silbido tras quitarle el balón a James Rodríguez cuando estaba listo para meterlo en la portería de la Real Sociedad.

Antes de aquella ocasión, en el minuto cuarenta, solo apareció para cabecear un córner, para mandar fuera un disparo desde lejos y para lanzar a las nubes una falta que de haber estado Cristiano tal vez no la hubiese tirado. Ese fue todo el rendimiento de Bale en un acto inicial en el que estuvo errático, fallón, acaparador e incluso algo lento.

El galés tenía otra oportunidad en la segunda parte para redimirse. Lo consiguió a medias, pero no desde la banda izquierda. Bale volvió a ser el jugador más parecido al que brilló en el Tottenham. Ancelotti le colocó en un lugar indeterminado, moviéndose por toda la zona de ataque, con más libertad que al inicio. A veces incluso ejerció de delantero centro y de pivote estilo balonmano.

Ahí llegaron sus mejores momentos, con una asistencia a Benzema (en una entrada por la izquierda con un pase rápido con su pierna buena) y varios detalles con toques veloces a sus compañeros. Isco estuvo cerca de aprovechar uno.

También pudo marcar con un cabezazo que salvó Iñigo en la línea de gol y con un mano a mano que falló ante el portero argentino Rulli. Estaba claro que no era su día. Aún tiene que mejorar mucho para dar la razón a Redknaap, que hace tiempo se mostró demasiado confiado al decir que el juego de Bale "está a la altura del de Cristiano y Lionel Messi".

La realidad es otra. No acaba de dar un puñetazo encima de la mesa. Hoy tenía una oportunidad única. Tuvo la libertad que en su día le concedieron Redknaap y Villas-Boas. Sin Cristiano, Bale aspiraba a acaparar todo el protagonismo. Pasó de irregular a errático. Falló demasiado y sigue lejos del nivel del Tottenham. Sin Cristiano, la vida sigue igual para el galés.

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