Cristiano sigue sin brillar en un partido grande

  • Cristiano Ronaldo no acaparó los focos como esperaba ante el Atlético de Madrid. No realizó un gran partido y sigue sin romper esa leyenda negra que dice que nunca juega buenos encuentros ante rivales grandes.
Higuaín y Cristiano catapultan al Real Madrid
Higuaín y Cristiano catapultan al Real Madrid
Aitor Amorós

Empezó tan enchufado Cristiano que en el segundo minuto, en su su primer balón, le quitó una oportunidad clara de disparo a Gago. Volcado a la banda izquierda, fue fiel a sí mismo: pidió con insistencia la pelota, se ofrecía siempre, no rehuía nunca la responsabilidad.

 

El gol rojiblanco enfadó mucho al portugués, que mostró con aspavientos y gestos de desaprobación su contrariedad. Puro Ronaldo. Si ya estaba hipermotivado, el tanto en contra fue la puntilla. A partir de ese momento no dejó de moverse por el campo, intentando participar en cada jugada, ser el protagonista absoluto.

 

Pese a que en más de una ocasión se fue al suelo por resbalones (no fue el único, Xabi Alonso también se rebozó por la hierba), no dudó en intentar una y otra vez sus galopadas desde el centro del campo. Casi todas ellas terminaban siendo cortadas por la atenta defensa rojiblanca, o en un pase a un compañero sin que la jugada pasara a mayores. Pero justo cuando se cumplía la primera media hora del partido, agarró el balón en la medular, y enfiló hacia la portería de De Gea sin que nadie le pudiera frenar. Justo al borde del área, y con tres defensas colchoneros delante, sacó una latigazo que se fue cercano al palo derecho. No fue gol por muy poco.

 

No fue ésa la ocasión más clara de la que dispuso. En el descuento de la primera mitad, tras un pase desde la banda izquierda de Xabi Alonso, el estadio madridista se quedó con la "g" de gol en la punta de la lengua al ver cómo Ronaldo remataba de cabeza, solo, dentro del área, desviado, lejos de los tres palos. Pese a que no estaba siendo su noche, el Bernabéu le intentó animar con una atronadora ovación.

 

El arranque madridista en la segunda mitad fue espectacular, logrando tres goles en dieciocho minutos, pero el de Madeira no tuvo participación en ninguno de ellos. Fue evidente que este hecho le ofuscó. A partir de ese momento se vio la versión mala de CR9: chupón, egoísta, invidualista… era él contra el Atlético. La primera opción siempre era la jugada personal, el regate, y la segunda, el disparo. No veía a los compañeros. Lo probó de todas las maneras, incluso dispuso de una falta ideal para él (en la que regaló a la parroquía blanca su ritual previo a este tipo de lanzamientos), pero no logró marcar.

 

Ronaldo fue el primero en abandonar el terreno de juego tras pitar Undiano Mallenco el final. Pellegrini le salió al paso cuando enfilaba el túnel de los vestuarios e intentó animarle, pero no fue su noche, no fue su partido grande en el que sobresalir. Él sabe que sigue sin realizar una actuación estelar ante rivales importantes, y esta temporada sólo le queda uno al Real Madrid, en el mismo escenario dentro de dos jornadas: el Barcelona.

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