El ciclista belga Goolaerts muere tras sufrir un infarto en la París-Roubaix

  • El joven fue transportado en estado grave en helicóptero hacia un hospital de Lille, en el norte de Francia, pero falleció horas después.
El diario "L'Équipe" indicó que el corredor se cayó en el tramo que va de Viesly a Briastre.
El diario "L'Équipe" indicó que el corredor se cayó en el tramo que va de Viesly a Briastre.
El diario "L'Équipe" indicó que el corredor se cayó en el tramo que va de Viesly a Briastre.
El diario "L'Équipe" indicó que el corredor se cayó en el tramo que va de Viesly a Briastre.

El ciclista belga Michael Goolaerts (Vérandas Willems-Crélan), de 23 años, falleció tras sufrir este domingo un paro cardíaco mientras disputaba la París-Roubaix, que se disputa sobre 257 kilómetros, incluidos 54 kilómetros sobre adoquines.

El diario "L'Équipe" comunicó que el corredor se cayó en el tramo que va de Viesly a Briastre.

El joven fue transportado en estado grave en helicóptero hacia un hospital de Lille, en el norte de Francia, después de que el equipo de emergencias, según las imágenes retransmitidas por France Télévisions, le efectuara un masaje cardíaco. "Tenemos que comunicar, con toda la tristeza que pueda imaginarse, el fallecimiento de nuestro corredor y amigo Michael Goolaerts", señala el equipo en un comunicado.

"Murió a las 22:40 en el hospital de Lille, donde estaba acompañado por sus familiares y seres queridos, que están ahora en nuestros pensamientos. Murió de un paro cardíaco y los esfuerzos de los médicos fueron infructuosos", precisa.

"A partir de ahora no habrá más comunicaciones ya que queremos contribuir a que sus seres queridos puedan soportar de la mejor manera posible esta terrible pérdida. Damos las gracias por adelantado por respetar la privacidad de sus allegados", concluye el equipo.

El eslovaco Peter Sagan (Bora), triple campeón del mundo en ruta, hizo brillar el maillot arco iris como vencedor de la 106 edición.

Adoquines y combate

El "Infierno del Norte" se considera la clásica de las clásicas, un monumento legendario, especial, de los que justifican toda una carrera profesional. Sus tramos adoquinados repartidos en 29 sectores completan 54,5 kilómetros sobre un total de 257.

Se trata de adoquines más rugosos que los de Flandes, por donde el traqueteo obliga a un dominio especial de la bicicleta, con un desgaste superior al normal. Eso vuelve la carrera más nerviosa, donde el combate es constante prácticamente desde su inicio.

Hasta el primer tramo (km 93) la Roubaix suele ser de pelea por entrar en la fuga inicial, lo que lanza el ritmo de la carrera. Desde esa primera sección de pavé (29, en orden inverso) hasta la 20, los adoquines no son demasiado complicados, pero todo se complica al entrar en Arenberg (19, km 162, 95 a meta).

Los 2,4 kilómetros de esta verdadera trinchera, la más famosa del recorrido, en ligera bajada, marcan la gran selección de la prueba y no permiten pasar más que en fila de a uno.

Desde ese punto la carrera encadena los sectores más difíciles de transitar. Marcaran la clave los pasos por Mons-en-Pévèle (tramo 11, 49 a meta), por sus tres larguísimos kilómetros de piso muy complicado, y la larga combinación de Camphin-en-Pévèle (5) con Carrefour de l'Arbre (4), escenario de los ataques por la victoria por su estratégica posición a menos de 20 del final.

Aun así, en cualquier punto del recorrido hasta el mítico Velódromo, por un pinchazo, una caída o un movimiento inesperado, puede decidirse la suerte de esta carrera de otro tiempo.

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