El exetarra "Txelis" pide perdón de corazón y desde la reflexión autocrítica

  • El exdirigente de ETA José Luis Álvarez Santacristina, "Txelis", ha pedido hoy públicamente perdón a las víctimas del terrorismo "de todo corazón y con toda hondura de reflexión autocrítica", y ha dicho que si el perdón se plantea "solo como un requisito de cumplimiento formal, podría perder su potente fuerza reparadora y regeneradora".

San Sebastián, 29 jun.- El exdirigente de ETA José Luis Álvarez Santacristina, "Txelis", ha pedido hoy públicamente perdón a las víctimas del terrorismo "de todo corazón y con toda hondura de reflexión autocrítica", y ha dicho que si el perdón se plantea "solo como un requisito de cumplimiento formal, podría perder su potente fuerza reparadora y regeneradora".

"Expreso hoy y aquí el profundo pesar y dolor que me embarga al ser cada día más consciente de la tragedia que todas, absolutamente todas y cada una de las víctimas de la violencia están, estáis, viviendo", dice "Txelis" en una carta que ha leído esta mañana en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco el catedrático emérito de la Universidad del País Vasco Sabino Ayestarán.

Ha sido durante el curso de verano "Perdonar para vivir", que se celebra en el Palacio Miramar de San Sebastián, en el que inicialmente iba a participar el exetarra, aunque tras la polémica generada cuando se anunció su presencia, declinó hacerlo para "no herir la sensibilidad de las víctimas".

La carta de "Txelis", que lleva fecha de 24 de junio, es un extenso texto de seis paginas y media, precedido de una larga reflexión, en el que asegura, que como antiguo militante de ETA, es "plenamente consciente de la responsabilidad moral que ello conlleva para con las numerosas víctimas" que ha generado la banda "a lo largo de su historia" y, "en particular" durante el tiempo en que él fue miembro de la organización terrorista.

"Dios es testigo de que estoy profunda y sinceramente arrepentido de ello", afirma el preso exetarra, licenciado en Filosofía y Teología, expulsado de ETA en 1998 y acogido ahora a la denominada vía Nanclares.

"Trato en la medida de lo humanamente posible compartir de algún modo el dolor generado por las graves secuelas físicas y psicológicas que han de soportar muchas víctimas y sus familiares, así como el sufrimiento perenne que arrastran cientos de familias por la trágica pérdida de su esposo/a, hijo/a, padre, madre, hermano/a, familiar, allegado o amigo, y tengo siempre presente que es un mal irreparable", destaca.

Estas afirmaciones las recoge en la última parte de la carta tras un epígrafe titulado "Hablando en primera persona", con el que Álvarez Santacristina trata "de ser coherente" con las reflexiones que hace en las líneas precedentes.

El exetarra resume en su misiva, que encabeza con el título "Pedir perdón desde el sufrimiento de las víctimas", la exposición que había preparado para su participación en este curso de verano, como una "aportación", desde su "conversión religiosa y severa autocrítica personal", al reconocimiento del dolor de las víctimas.

El exetarra considera que la petición de perdón debe ser "un acto de humildad y no pocas veces de valentía", entendida esta última como el que "se atreve a mirar de cara el mal que ha causado".

Señala que solicitar perdón tiene que ser también "un ejercicio de libertad, sin estar forzado por presiones externas", pues cree que la petición "podría quedar desnaturalizada y perder su potente fuerza reparadora y regeneradora si se planteara solo como un requisito de cumplimiento formal".

Quien pide perdón "de manera voluntaria y sincera" no espera que este se le conceda, asegura "Txelis", porque "es muy consciente de la gravedad del daño infligido y de la enorme dificultad por parte de la víctima o su familiares para poder perdonar".

Álvarez Santacristina añade que, por tanto, la víctima o sus familiares "no deben sentirse obligados a otorgar el perdón ni, si así es su deseo, a recibir en persona dicha petición".

"Cuando el victimario pide perdón, pide ser escuchado de algún modo. No fuerza puerta alguna, ni tan siquiera toca él directamente la puerta, tan sólo hace llegar su mensaje, de modo escueto pero diáfano; pide simple y llanamente que se le escuche, que su mensaje sea recibido o, cuando menos, reciba acuse de envío", subraya.

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