El Madrid hace lo justo ante el colista y se conforma con recuperar la cuarta plaza

  • Un solitario gol de Bale otorga los tres puntos a los de Solari frente a un Huesca que demostró voluntad pero también por qué cierra la clasificación.
Huesca-Real Madrid
Huesca-Real Madrid
Efe

El Madrid se dejó llevar por la inercia. Marcó su gol pronto, en un ramalazo de un Gareth Bale más activo de lo habitual en las últimas semanas, y después esperó a que pasasen los minutos hasta el final, incluyendo un arrebato de orgullo local con córners encadenados en el descuento y balones colgados a discreción. Inquietaron de vez en cuando los de Chamartín en el área contraria y en la propia tampoco sufrió demasiada inquietud (exceptuando esos segundos de mística de todo añadido) porque el escaso peligro que fue capaz de crear el colista Huesca lo desbarató a manotazos el guardameta belga de los blancos. La goleada contra el Melilla del miércoles fue un espejismo o la pura lógica de jugar contra equipos muy inferiores.

Eso ha sido todo: un solitario gol en un campo humilde, ante un recién ascendido debutante en la máxima categoría y tres puntos que dejan las distancias con el líder donde estaban: en los cinco puntos, pero que, desde el punto de vista clasificatorio devuelven al Real Madrid a la cuarta plaza, la última que da derecho a poder disputar la Champions el año próximo a los de Solari. El derecho al honor de la máxima competición también hay que ganárselo en estos terrenos. Es lo mínimo. 

Una victoria es una victoria, se defenderá el entrenador argentino. Sobre todo, porque el Madrid no acostumbra a ganar demasiado lejos del Bernabéu en esta temporada rara de pinchazos y ningún favorito claro. Y también porque la última vez que visitó un campo pequeño de un equipo sin demasiado renombre y, además, que vistiese de azulgrana (el Eibar) salió vapuleado. 

Sin embargo, la preocupación debería seguir en la caseta blanca. Porque si el Huesca no hizo más es porque llega hasta donde puede llegar. Y lo hizo a menudo hasta las inmediaciones del área madridista, si bien en el remate final le faltó la mordiente necesaria no solo para marcar sino para hacerlo a un Courtois que se muestra cada vez más entonado. Si Solari quiere una conclusión positiva ahí podría esgrimir una: la portería parece segura. 

A partir de ahí, la cosa cambia. La defensa sigue sin cuajar partidos a la altura de la seriedad que se le presume a ganadores de todo como Ramos, Varane o Carvajal. A Marcelo (al buen Marcelo que esta vez ni viajó) se le extraña tanto como a Cristiano en ciertos tramos de la temporada. La incursión de Marcos Llorente de medio tapón se demostró una vez más eficaz y correcta. No hace falta mucho para no echar de menos a Casemiro (o sí, viendo lo ocurrido en Ipurúa hace dos semanas) y el canterano lo cubre con creces; por lo menos, con rivales como el Huesca, el Melilla o el Valencia al resguardo de Concha Espina. 

El problema es que sigue faltando la fluidez en todo el terreno. Benzema volvió a esconderse en su territorio indeterminado entre líneas; Lucas Vázquez viene bien para que el novato Odriozola se sienta resguardado y para de contar; Ceballos y Modric compaginan bien aunque sin tirar demasiados cohetes (habría que preguntarse cuándo se acaba el periodo de gracia hacia el croata por la resaca del Mundial y todos sus premios). Y luego está Bale. Hay días en los recuerda lo que pudo ser y nunca ha terminado de ser. En Huesca ha marcado un buen gol a bote pronto y tuvo alguna arrancada de las que le hicieron famoso. Pero, como en todo lo que ha ocurrido esta tarde ventosa junto a los Pirineos, sin ir mucho más allá del trámite. Por este partido tampoco habrá recuerdos brillantes del Bale madridista. 

Los cambios, a todo esto, tampoco subieron la marcha anodina. Entraron los meritorios frente al Melilla (y a principios de temporada grandes esperanzas blancas tras el adiós a Cristiano), Isco y Asensio, y lo único que cambió sobre el terreno de juego fue el termómetro, con la temperatura bajando de manera implacable. A lo mejor es que con la nieve tan cerca hacen falta más minutos para entrar en calor.

Frío, en resumen, se queda el voluntarioso Huesca, que ve cómo su sueño en la elite va a ser un sueño de una sola vez. Un entrenador despedido, solo siete puntos en 15 jornadas y eso, siete puntos, es el abismo que le separa del último equipo que marca la salvación. 

Mostrar comentarios