El Oporto navega en aguas turbulentas

  • Acostumbrado a transitar plácidamente por las competiciones nacionales y competir con los "grandes" de Europa, el Oporto navega en aguas turbulentas esta temporada, víctima de una crisis de juego y resultados desconocida en su pasado reciente.

Óscar Tomasi

Lisboa, 3 mar.- Acostumbrado a transitar plácidamente por las competiciones nacionales y competir con los "grandes" de Europa, el Oporto navega en aguas turbulentas esta temporada, víctima de una crisis de juego y resultados desconocida en su pasado reciente.

Los "dragones", acostumbrados a saborear las mieles del éxito año sí, año también, parecen haber perdido el rumbo y todas las miradas apuntan a su entrenador, Paulo Fonseca, cuya continuidad pende de un hilo.

El conjunto blanquiazul, vigente campeón, ocupa ahora la tercera posición en Liga y se encuentra ya separado por nueve puntos del líder, puesto que ocupa su "archienemigo", el Benfica, lo que hace más dolorosa si cabe su mala racha.

En Portugal se asegura que el Oporto sufre en la competición doméstica el mayor descalabro de toda su historia, al pasar de liderar la tabla con cinco puntos de ventaja en la octava jornada a ser relegados al tercer lugar trece partidos después.

La última decepción sufrida llegó ayer, en su visita liguera al campo del siempre correoso Vitória de Guimaraes. A pesar de ponerse por delante por dos veces, los locales lograron remontar y el encuentro acabó en empate.

"No merecimos más que eso", admitió en rueda de prensa un descorazonado Fonseca, al que cada día se observa más contrariado e irascible en sus comparecencias públicas y que no dudó en calificar el encuentro de "inadmisible" e "inexplicable".

Sus problemas también florecieron en la eliminatoria de dieciseisavos de Liga Europa contra el modesto Eintracht de Fráncfort, al que sólo logró eliminar por la diferencia de goles marcados fuera de casa, ya que empató ambos duelos.

En el terreno de juego, los "dragones" parecen haberse olvidado de las que hasta hace poco eran sus señas de identidad: Solidez defensiva, rigor táctico y un ataque demoledor.

Así fue con André Villas-Boas, que logró cuatro títulos -incluido la Liga Europa- en la 2010-2011, y también de la mano de Vítor Pereira, quien, aunque con menos brillantez, volvió a triunfar y se hizo con dos Ligas y dos Supercopas.

Al cambio de entrenador este verano, se le sumaron dos bajas de calado en la plantilla. El centrocampista portugués Joao Moutinho -auténtico motor del equipo- y el enganche colombiano James Rodríguez embarcaron rumbo al Mónaco a cambio de 70 millones.

Una parte de los pingües beneficios obtenidos en esta operación fue reinvertida en reforzar la plantilla con jóvenes promesas latinoamericanas, el argentino Quintero y los mexicanos Reyes y Herrera, y con futbolistas que ya habían destacado en la Liga lusa, como Ghilas, Licá, Josúe o el brasileño Carlos Eduardo.

A excepción de estos dos últimos, el resto no ha logrado hacerse un hueco en el once titular y su rendimiento ha estado por debajo de lo esperado.

La única noticia positiva en este oscuro panorama la ha dado Ricardo Quaresma, el gran refuerzo en el pasado mercado de invierno y que se ha convertido en un fijo en la alineación gracias a sus destacadas actuaciones.

Además de la debacle en la Liga, en Oporto todavía escuece la gris actuación en la Liga de Campeones, en la que fue eliminado en la fase de grupos por el Atlético de Madrid y el Zenit sin lograr una sola victoria en casa, su peor registro como local en sus 17 participaciones en la máxima competición continental.

A los "dragones" les queda ahora luchar por la Liga Europa, donde en octavos se miden a un peligroso rival como el Nápoles, y por la Copa de Portugal y la Copa de la Liga, donde se enfrentará en semifinales al Benfica.

Según los medios lusos, Paulo Fonseca, de 40 años, volvió a poner ayer por tercera vez su cargo a disposición del veterano presidente, Jorge Nuno Pinto da Costa, considerado el artífice de la fase más laureada del club, que en tres décadas ganó más de una veintena de títulos domésticos, dos Ligas de Campeones y dos UEFA.

La tensión que envuelve al equipo pudo comprobarse la pasada madrugada, cuando a su llegada al Estadio do Dragao tras el empate en Guimaraes, cerca de un centenar de aficionados blanquiazules silbó e insultó a sus jugadores.

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