El Tour despierta al dopaje

  • El Tour de Francia se ha acostumbrado a despertar al dopaje y a que cuando se acerca su inicio proliferen los escándalos, las declaraciones o las revelaciones sobre prácticas ilícitas en el ciclismo.

Luis Miguel Pascual

Porto Vecchio (Francia), 28 jun.- El Tour de Francia se ha acostumbrado a despertar al dopaje y a que cuando se acerca su inicio proliferen los escándalos, las declaraciones o las revelaciones sobre prácticas ilícitas en el ciclismo.

En esta ocasión, fue el alemán Jan Ullrich quien abrió fuego al confesar hace una semana que había recurrido al dopaje sanguíneo, en declaraciones a la revista "Focus".

Unos días más tarde, una comisión senatorial francesa reveló que el francés Laurent Jalabert había consumido EPO a finales de los 90, en el apogeo de su carrera y hoy, un día antes del inicio de la carrera, el estadounidense Lance Armstrong afirmó en el diario "Le Monde" que "no se puede ganar el Tour sin dopaje".

"Desde 1999 en junio siempre hay escándalos. Se aprovechan del Tour, nunca salen todas estas cosas en diciembre", aseguró a Efe el director técnico del Tour, Jean-François Pescheux.

Y es que el más mínimo movimiento, cualquier declaración, cobra una repercusión excepcional gracias al Tour, que atrae todos los proyectores mediáticos.

"No nos han dicho nada que no supiéramos, que a finales de los 90 y principios de los 2000 hubo un periodo extremadamente oscuro en el ciclismo. Ya lo sabíamos", asegura el director del Tour, Christian Prudhomme, que envidia a otros deportes, donde el ruido del dopaje es mucho menos intenso.

El Tour cree que el dopaje ya no es una práctica generalizada en el ciclismo, como lo fue en otras épocas, por eso considera que sacar a relucir los fantasmas del pasado solo persigue dañar la imagen de ese deporte.

"Desde hace tres o cuatro años se ha hecho todo lo posible para recuperar el auténtico ciclismo. Hemos visto grandes pájaras, ataques imposibles, creo que estamos en la buena dirección, pero si pese a todo te sacan casos de hace 15 años, vamos a tener problemas para avanzar", afirma Pescheux.

"Quieren matar al Tour", afirma el francés Bernard Hinault, cinco veces ganador de la ronda gala y actual relaciones públicas de la organización.

La carrera trata de defender su reputación, como en el pasado tuvo que hacer frente a otros casos similares.

El año pasado fueron las sospechas sobre el equipo Europcar las que marcaron las horas previas al inicio del Tour en Lieja y la ronda fue relativamente tranquila, con el positivo de Frank Schleck como principal elemento reseñable.

"Estamos en otra época, el ciclismo ha cambiado y no se puede decir que todo el mundo sea tramposo", asegura Pescheux.

La ronda echará a andar mañana en las rutas corsas de Porto Vecchio su centésima edición, una año especial en el que los organizadores soñarían con dejar atrás el fantasma del dopaje

Pero su sombra es alargada. Armstrong, que al verse despojado de sus siete victorias en la ronda gala marcó un hito negativo del ciclismo, parece no querer que su estela se borre en el Tour.

"Es imposible ganar el Tour sin doparse", afirma el tejano que tardó años en reconocer que sus triunfos, sus gestas, sus ascensos milagrosos, sus imparables hazañas contra el crono, tenían truco.

Ullrich, uno de sus principales rivales, también pasó por el confesionario, mientras que Jalabert, el último en haber sido señalado por el dedo acusador del dopaje, sostiene que no estaba al corriente y asegura que eran los médicos del equipo los encargados de administrarle los productos.

El francés es un ciclista muy respetado en el país. Hasta hace poco era seleccionador del equipo galo y era el comentarista de las principales carreras ciclistas en la televisión pública gala, incluido el Tour de Francia.

Manchado por la sombra del dopaje, Jalabert ha preferido eclipsarse y no aparecerá por la ronda gala. Pero el daño ya está hecho y el Tour, que cada año quiere renacer de sus cenizas, volverá a comenzar con un ojo puesto en la botica.

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