El triste legado del simpático Ali Syed en el Racing

  • Llegó la temporada pasada y se ganó automáticamente el cariño de los aficionados del Racing. Su sonrisa, su pasión en el palco ajeno a las formas del saber estar y, sobre todo, su promesa de petrodólares para tapar los problemas económicos de la entidad le hicieron protagonista del año en Santander. Ahora, un año después, lo único que ha dejado Ali Syed en la capital cántabra son pufos, promesas incumplidas y un equipo en quiebra institucional.
El propietario del Racing, Alí Syed, sostiene que siempre atacan a los ricos
El propietario del Racing, Alí Syed, sostiene que siempre atacan a los ricos
Óscar Rodríguez

Ali Syed llenó su boca de promesas, las mismas que poblaron las cabezas de los aficionados del Racing cuando en enero de 2010 se hizo con el club prometiendo el oro y el moro. Tuvo que desembolsar 3 millones de euros en un primer momento para hacerse con el mando del club y evitar la suspensión de pagos, pero a partir de ese momento todo fueron mentiras. A los anteriores dueños, porque no volvió a pagar ninguna de las cantidades acordadas en el contrato de compra-venta del club; a los jugadores, ya que no cumplió los pagos de nóminas atrasadas prometidas públicamente; a la afición, ya que nunca inyectó el dinero necesario para reforzar el equipo; y a la región, ya que prometió 3 millones de euros a la Fundación Comillas tras su desembarco que nunca aparecieron.

Apenas ocho meses después, la situación en el Racing es de todo menos lo boyante que se esperaba. El equipo acumula una deuda de más de 35 millones de euros, entró en ley concursal el pasado mes de julio, adeuda a los futbolistas una nómina y la ficha de la temporada pasada e incluso parte de las fichas de hace dos temporadas a un grupo de 8 jugadores, y el club no se ha podido reforzar, atravesando una situación deportiva tan complicada como la económica.

El vacío legal en la institución es patente. Syed sigue siendo oficialmente el dueño del 99% de las acciones, pero el presidente sigue siendo Francisco Pernía, que rige el club junto al Director General Roberto Bedoya... siempre bajo la supervisión del trío de administradores judiciales sin cuyo visto bueno no se puede llevar a cabo ningún movimiento. Curiosamente, uno de ellos es un funcionario de Hacienda, ya que ésta es el mayor acreedor del club por delante incluso de los jugadores.

A Ali Syed no se le ha vuelto a ver por Santander... ni se le espera. Ya no acude a los partidos del Racing y pocos se acuerdan del simpático indio y de sus aventuras en el palco. Pero lo peor de todo es el futuro del club, que se escribe desde tres vertientes. Jacobo Montalvo, anterior dueño, quiere recuperar el control y trabajar de nuevo por un Racing grande; Pernía, por su parte, está en negociaciones con grupos inversores para intentar una venta a corto plazo, aunque el lío institucional existente lo dificulta; y el gobierno cántabro, eje angular de la venta a Syed en tiempos de Miguel Ángel Revilla (llego a decir aquello de "hemos acertado con este hombre, es una persona solvente y un hombre sabio", valora cualquiera de las dos posturas, siempre y cuando el equipo siga en la ciudad y se sanee de una vez).

Ali Syed tiene una demanda judicial desde la semana pasada por parte de Montalvo en un nuevo intento de recuperar sus acciones tras el incumplimiento sistemático de los contratos. Los futbolistas, mientras tanto, tienen un partido difícil de jugar este miércoles en El Sardinero. Les visita un Real Madrid herido tras la derrota de Valencia y pueden pagar los platos rotos. La leal afición cántabra sólo quiere ver a su equipo en Primera División. No es tanto.

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