Haile Gebrselassie es sinónimo de sonrisa. Y de clase. Y de sacrificio. Y de felicidad. Se puede repasar la prolífica carrera en imágenes que será muy difícil, por no decir imposible, ver una fotografía sin la dentadura del etíope al descubierto. Uno de los mejores atletas de la historia de este deporte, que lleva reinando más de 20 años.
Es un coleccionista de medallas. Gebrselassie gobernó con mano dura durante años en las pruebas de fondo en pista. Sobre todo, en los 10.000 metros. En Mundiales y en Juegos Olímpicos. Rompiendo récords increíbles y asombrando a medio mundo, y ganándose la simpatía de los aficionados.
Tras ganar todo en la pista, se pasó a la carretera. Al maratón. A una de las pruebas por excelencia del atletismo. Y Haile también fue el mejor. Y lo sigue siendo. El crono marcó 2:03:59 cuando cruzó la línea de meta en Berlín bajo la Puerta de Brandeburgo. Batió su propio récord, en una marca histórica que otro, o él mismo, tardará en superar.
Y la misma prueba que le hizo sonreír, le hizo llorar. El 7 de noviembre de 2010, Gebrselassie abandonaba el maratón de Nueva York en el kilómetro 25 por una tendinitis. Algo inusual en el etíope. Pero no tanto como la rueda de prensa, donde un Haile derrotado anunciaba su retirada con lágrimas en los ojos. La primera vez que lloró. Pero rectificó. Y ahora ya sólo piensa en cruzar, sonriendo como siempre, en primer lugar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
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