
En Riazor, desde tiempos inmemoriales, los aficionados arrojan al césped cabezas de ajos. El objetivo no es otro que ahuyentar a las "meigas" (brujas), y evitar que sus malas vibraciones o conjuros afecten el equipo.
El Deportivo de la Coruña no es el único equipo que ha recurrido a los ajos en busca de buena suerte. El Espanyol de Barcelona también lo hizo hace algunos años, pero no tuvo el resultado previsto (bajaron de categoría).
Es una costumbre entre una gran mayoría de los clubes de Primera que al comienzo de temporada realicen una ofrenda floral a un santo o virgen. En el caso del Betis, Lopera instauró que fuera el Cristo del Gran Poder al que se rindiera culto, mientras que el Athletic de Bilbao lo hace con la Virgen de Begoña, y el Rayo de Vallecano a la Virgen de Carmen.
Giovanni Trapattoni, veterano entrenador italiano, tenía una costumbre heredara de su fe católica: rociaba el césped sobre el que su equipo iba a jugar el partido con agua bendita que le enviaba su hermana, que era monja.
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