Si hubo un país al que le vino especialmente bien que llegara la Eurocopa, ése fue a Grecia. Los helenos, sumidos en una crisis económica de envergadura antológica, veían en el torneo futbolístico un escape para alejar de sus mentes las malas noticias.
Si bien el empate inicial ante Polonia fue prometedor, en el segundo partido apareció la República Checa y, tan rápido como la crisis acabó con el sistema económico griego, los checos tiraron por tierra casi todas las posibilidades de clasificación de los helenos. Dos pérdidas en su propio campo propiciaron que Jiricek y Pilar anotaran y pusieran el 2-0 en el marcador cuando apenas se habían jugado cinco minutos.
Gekas se disfraza de 'Troika' pero no llega a tiempo
Ante la adversidad los helenos se crecieron y con una garra y un coraje digno de los espartanos, crearon varias ocasiones e, incluso, anotaron un gol anulado por fuera de juego. Al final obtuvieron su recompensa: nada más empezar la segunda parte un malentendido entre Cech y un defensa checo dejó el balón a Gekas, que sólo tuvo que empujarlo al fondo de las mallas.
Aún quedaba casi toda la segunda parte por delante, pero todas los balones que colgaron los medios y los defensas griegos en el área rival acabaron o bien despejados o bien en manos de Petr Cech. Poco a poco, Grecia iba viendo, como si de la vida misma se tratase, cómo su situación empeoraba a cada minuto que pasaba.
Finalmente el árbitro señaló el final y, tal como ocurre hoy día en Atenas, la resurrección no es imposible, aunque es bastante improbable. Que Grecia esté entre las ochos mejores selecciones del viejo continente ya no depende de ella sino de terceros. Seguro que les suena la situación a los doce millones de griegos.
Manu Albarrán
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