El ciclista Lance Armstrong vuelve a estar en el foco del debate. Tras perder todos los títulos conseguidos durante su etapa profesional por hacer uso de sustancias ilegales, ha sido acusado esta vez de un nuevo fraude. Así, el pasado fin de semana, el experto en ciclismo Antoine Vayer aseguró que el estadounidense usaba un motor en su bicicleta que le dio sus numerosos triunfos en sus años en activo.
Vayer desveló una serie de vídeos con un movimiento en común, el del ciclista tocando la parte trasera del asiento justo antes de aumentar la velocidad. Unos motores diminutos y muy difíciles de percibir contra los que la UCI lucha constantemente.
Los presuntos motores que usaba Armstrong tienen una forma de cilindro y pesan solo 800 gramos, facilitando su escondite en los tubos de la bicicleta, y a través de unos cables se conecta con los piñones de la rueda trasera. Este se activa a través de un botón en el sillín. Una descripción que coincide con las imágenes analizadas del ciclista por Vayer.
Pueden ofrecer una potencia de hasta 500 vatios gracias a su batería, que se escondería dentro de la botella que utilizan los ciclistas. No obstante, estos motores no permiten que la bicicleta se desplace sin el pedaleo del ciclista.
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