El FC Lhasa, un club nexo de unión entre Tíbet y China

Luosang Sanzhu, centrocampista ofensivo tibetano, practica sudoroso la técnica del pase sobre el inmaculado césped del FC Lhasa, el primer equipo de fútbol de la historia del Tíbet que emprende el reto de promover la "unidad" con los chinos.

A una altitud cercana a los 4.000 metros, el equipo milita por el momento en la cuarta división, pero su presidente, Cidan Duoji, un tibetano de 39 años con gusto por la conversación, se muestra ambicioso.

"Esperamos ascender hasta la Super League (primera división en China) y ¡ganar algún día al Guangzhou Evergrande!", cinco veces campeón en China, profetiza el presidente rodeado de unos extraños animales con cuernos que son la mascota del club.

"El FC Lhasa, fundado en 2015, es un lugar de intercambio entre las dos comunidades", tibetana y china, asegura el presidente del club, aunque esa "unión" se haya deteriorado con frecuencia desde el restablecimiento de la presencia china en el Tíbet en 1951, después de cuatro décadas de independencia de facto del territorio himalayo.

"En el club, hoy en día no hay discriminación. El ambiente es muy bueno", afirma Luosang Sanzhu, de 29 años, exeducador deportivo y "estrella" del equipo, que se confiesa "seguidor del Real Madrid y del FC Barcelona".

Junto a sus compañeros se entrena en el coqueto estadio cuya única tribuna esta orientada a los nevados picos del Himalaya. Gana 5.000 yuanes (670 euros) al mes: un buen salario en el Tíbet, pero una miseria en relación al fútbol de Europa, o incluso de la vecina china.

El fútbol llegó al Tíbet a comienzos del siglo XX a través del ejército británico, pero la región carecía de un equipo profesional antes del FC Lhasa.

"El fútbol está en auge aquí, con un numero creciente de competiciones organizadas cada año", se entusiasma Luosang Sanzhu.

El Tíbet, con una extensión superior a dos veces España, tan sólo cuenta con 3 millones de habitantes, de los que la mayoría son residentes permanentes tibetanos. En Lhasa, capital de la región, los han (la etnia mayoritaria en china pero minoritaria en el Tíbet) son relativamente numerosos, pero sólo componen el 10% de los jugadores del FC Lhasa.

"Su contratación crea problemas", admite Cidan Duoji. "Creen que es peligroso jugar a fútbol aquí debido al mal de las montañas", contra el que los tibetanos están inmunizados.

Lhasa se halla a 3.700 metros de altitud: la falta de oxígeno causa dolores de cabeza, vómitos e insomnio, y hace la práctica deportiva más difícil.

"Queremos dejar atrás esa imagen y mostrar que el Tíbet es también una tierra de deporte", señala el presidente del club de fútbol "más alto de China".

Los tibetanos del exilio también utilizan el deporte para promover su causa; en 2015, en Berlín, un torneo femenino opuso a futbolistas tibetanas originarias de India y a chinas procedentes de la Universidad de Deportes de Shanghái.

Una "selección nacional del Tíbet", no reconocida por la FIFA y promovida por el "gobierno tibetano en el exilio", contrario a Pekín, disputa desde 2001 partidos contra otros equipos no reconocidos. Perdió ante Groenlandia (1-4), la Provenza (0-22), o Gibraltar (0-22), pero derrotó al Sáhara Occidental (12-2).

Oficialmente, en el fútbol el Tíbet está integrado en China, cuyas autoridades publicaron en abril un ambicioso plan de desarrolla que prevé de aquí a 2020 la creación de 20.000 escuelas de formación en todo el país dirigidas a los 50.000 millones de practicantes, con la idea de ver a la selección nacional "en la élite del fútbol Mundial en 2050".

China es actualmente la 78ª selección en la clasificación FIFA, entre San Cristóbal y Nieves y Guatemala.

"Aunque no se diga de forma explícita, las grandes empresas públicas y privadas encuentran un interés en seguir las directrices futbolísticas emanadas de las autoridades", explica a la AFP Christopher Atkins, representante de jugadores que vive en China. "Para esas empresas es una manera de tener mejor relación con el gobierno", subraya.

Varios clubes de la Super League, propiedad de grandes grupos empresariales, invirtieron en 2016 grandes sumas de dinero en el fichaje de futbolistas internacionales reputados, como el argentino Ezequiel Lavezzi (antes en el PSG), el marfileño Gervinho (ex AS Roma), o los brasileños Hulk (ex Zenit San Petersburgo) y Ramires (ex Chelsea).

No es el caso del FC Lhasa, fundado por Pureland, una empresa ubicada en el Tíbet especializada en la venta de productos locales.

"Poseer un club en el Tíbet es sin embargo un riesgo económicamente: la región cuenta con pocas localidades desarrolladas y el mercado del fútbol es aún pequeño", indica el periodista deportivo Jin Shan. "El retorno de la inversión está lejos de estar asegurado".

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