Froome claudica a las puertas del infierno

  • Faltaban dos kilómetros para que comenzara el primer tramo adoquinado de la jornada cuando el británico Chris Froome sufrió la segunda caída en la jornada y la tercera en dos días.

Luis Miguel Pascual

Arenberg (Francia), 9 jul.- Faltaban dos kilómetros para que comenzara el primer tramo adoquinado de la jornada cuando el británico Chris Froome sufrió la segunda caída en la jornada y la tercera en dos días.

El reloj del campanario de Arenberg, la ciudad minera del norte de Francia que albergaba la meta, marcaba a golpe de campana que en un cuarto de hora serían las 16. Hora anunciada para entrar en el infierno.

Con el brazo derecho dolorido, el ganador de la pasada edición subía al coche de su equipo y privaba al Tour de su principal favorito.

Froome no tuvo tiempo de conocer el paso del Tour por el "infierno del norte", como se conoce a la París-Roubaix, la clásica a la que la ronda gala tomó prestados nueve ramos de "pavés" para dar picante a la primera semana, tradicionalmente marcada por la inactividad.

Las condiciones meteorológicas hicieron que el peligro se multiplicara y que, pese a que los organizadores prescindieron de dos tramos particularmente peligrosos, el pelotón saltara por los aires.

Pero ninguna de las explosiones que vivió fueron tan espectaculares como la que provocó el defensor del título, que había comenzado el Tour como principal favorito y que se aprestaba a sumar su segunda victoria consecutiva, la tercera de un británico en la ronda gala.

Su aventura acabó poco antes de que el pelotón llegara al campo de batalla, próximo a una región que fue escenario de cruentos enfrentamientos en la Gran Guerra, que el Tour rememora este año cuando se cumple un siglo de su inicio.

El campo de batalla empezaba en el "Cruce del árbol", el primer sector de "pavés" del día, a 68 kilómetros de la meta de Arenberg. Froome, el único de los favoritos que había disputado la Roubaix, aunque no la terminó, ya había sufrido una caída cuando apenas se habían recorrido 20. Y otra la víspera, a los ocho de lanzarse la primera etapa fuera de su Reino Unido, en la que se magulló el costado izquierdo y la muñeca.

A la tercera fue la vencida. A la salida de una rotonda, con el piso húmedo por la lluvia que no paraba de caer, síntoma de que el infierno estaba cerca, Froome vio como su rueda trasera resbalaba y se iba a tierra.

El Tour retuvo el aliento mientras el ciclista se levantaba, desubicado buscaba asistencia, su bici, un compañero, un punto en el que fijarse. Pronto se echó la mano al codo, renqueó de la pierna. Cuando llegaron las asistencias su rostro era un poema. Froome, el larguirucho británico estaba derrotado.

"Contusiones en el codo derechos, en la pierna derecha, en la muñeca derecha. Numerosas quemaduras importantes. Abandono", rezaba el parte médico a la espera de que nuevos análisis determinen un diagnóstico más profundo.

Subió al coche de su equipo mientras el pelotón seguía su camino al infierno. Ajeno al drama de su dorsal número uno, que se marchó y dejó al español Alberto Contador, el único de los que quedan en carrera que sabe lo que es subir al escalón más alto de los Campos Elíseos, como principal favorito.

Con permiso del italiano Vincenzo Nibali que es el líder y que fue el que mejor resistió el paso por el infierno.

Froome acabó una participación gris en la prueba, sin el dominio de otras ediciones. Sin la fortaleza con la que venía actuando el Sky, el equipo montado como una máquina de precisión que no soportó el peso de tantas circunstancias como las que se dan en una etapa tan imprevisible.

Mientras el holandés Lars Boom sonreía porque la lluvia le daba opciones de ganar la etapa, la mayoría de los demás corredores sufría. "Imposible", decían unos. "Intolerable", gritaban otros. "Inhumano", decían mientras se limpiaban el barro de la cara y corrían a buscar el calorcito de sus autobuses.

El ojo atento de Bernard Hinault, que ganó cinco veces el Tour y una la París-Roubaix, no veía en la caída de Froome "solo mala suerte".

"No le veía muy arriba estos días, algo pasaba por su cabeza. Y, cuando empiezas a caerte, te entra miedo y te hace perder seguridad, lo que hace más fácil que te caigas de nuevo", analizaba el bretón.

"Para ganar el Tour hay que ser un guerrero, un luchador en cada momento y no es la sensación que me ha dado este año Froome", agregaba.

La carrera queda ahora en manos de un duelo "abierto", asegura el "Tejón". "Esto relanza el Tour. Nibali tiene ventaja con Contador, que tendrá que atacar. Esto promete etapas espectaculares", sentencia mientras se cobija de la lluvia que sigue cayendo en el infierno.

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