Bale regresa por la puerta grande: resuelve un bochorno nada más salir

  • El Real Madrid jugará la final del Mundial de Clubes después de sufrir lo indecible para doblegar al modesto Al-Jazira con remontada incluida
Bale remata para marcar el gol de la victoria.
Bale remata para marcar el gol de la victoria.
EFE

Gareth Bale es, ante todo, un grandísimo profesional. Se le podrá acusar de muchas cosas, pero nunca de racanear esfuerzo y trabajo. Tampoco a la hora de recuperarse de una lesión, y llegados a este punto conviene recordar que el galés sufre muchas, muchísimas, a lo largo de la temporada. Por alguna razón que se escapa, Bale no es capaz de empalmar tres partidos seguidos (y dos con bastante suerte), sin que alguno de sus músculos se resientan. Al margen de ese aspecto, importante teniendo en cuenta que costó más de 90 millones de euros, es un futbolista mayúsculo. Cuando el físico le ha respetado se ha sentado en la mesa de los mejores, pero el físico le respeta poco. Este miércoles, de regreso al terreno de juego tras dos meses y medio de ausencia, se hizo justicia poética con él.

Y es que hubo un momento, hacia las siete de la tarde, en el que el Real Madrid se vio eliminado del Mundial de Clubes. Se sintió no sólo fuera, sino haciendo un ridículo histórico, pues el modestísimo Al-Jazira acababa de marcarle un segundo gol ante el asombro de todos. El 'shock' duró apenas un par de minutos, los que el árbitro tardó en consultar el VAR y anular el 2-0 por un fuera de juego tan claro como inocente de Boussoufa. Mabkhout y él se habían plantado solos ante Keylor Navas, pero al primero se le hizo eterno el tiempo y diminuta la portería: cuando quiso reaccionar y pasarle la 'patata caliente' a su compañero, ya estaba demasiado adelantado.

Claro que para entonces el Madrid ya llevaba un buen rato de bochorno. Casi casi media hora, contando el descanso, desde que Romarinho había puesto patas arriba el Estadio Sheikh Zayed de Abu Dabi. La estrella del Al-Jazira, eso sí, nada tiene que ver con el mítico Romario, pesadilla blanca en su etapa en el Barcelona, salvo que comparten nombre. Aunque

El VAR fue protagonista

Del susto del 2-0 que no fue se pasó al 1-1 que sí subió al marcador. Apareció Modric donde tiene que aparecer pero últimamente no aparece, y asistió a Cristiano como le tiene que asistir pero últimamente no le asiste: cerca del área y con un pase entre líneas. El portugués acabó la jugada como tiene que acabarla pero últimamente no la acaba: con un disparo al fondo de la red. Puestos a tirar de tópicos, los clásicos siempre vuelven y la calidad no se pierde con los años. 

Con el empate, el asedio sobre la meta de Al Senaani fue asfixiante. El portero del Al-Jazira lo paró casi todo, y lo que no lo paró lo repelió el poste, como antes del 1-0 también lo había parado todo Ali Khaseif, que se marchó lesionado. Lo que éste no había podido atajar lo anularon después el árbitro y el VAR. Sandro Ricci, que así se llama el colegiado, decretó falta de Cristiano en un gol de Benzema; y el videoarbitraje invalidó más tarde otro gol, este de Casemiro, por un fuera de juego del francés. 

La semifinal parecía encaminada irremediablemente a la prórroga cuando Zinedine Zidane decidió agotar sus naves y mandar al campo a Bale, ya saben, ausente desde el pasado 26 de septiembre. Pueden imaginar si han llegado a este punto cómo acabó el asunto: en el primer balón que tocó, el galés marcó el 1-2. El pase atrás fue de Lucas Vázquez, otro que había empezado en el banquillo, y aunque Cristiano intentó rematar la pelota sobre la línea, no consiguió rozar el disparo de Bale. Dice el refrán que lo bueno se hace esperar, y el 'expreso de Cardiff' llevaba dos meses y medio posponiendo su vuelta. Tan bueno es que valió una final, la del próximo domingo, donde al Madrid le espera el Gremio.

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