Goleada atlética en una jornada deslucida por el mal tiempo

  • El mal tiempo deslució el ambiente previo al partido decisivo de la Copa del Rey que disputan Real Madrid y Atlético de Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, coloreado en sus alrededores por miles de hinchas merengues y rojiblancos, más ruidosos e implicados en la causa para meter el primer gol de una nueva final entre ambos clubes.

Juan José Lahuerta

Madrid, 17 may.- El mal tiempo deslució el ambiente previo al partido decisivo de la Copa del Rey que disputan Real Madrid y Atlético de Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, coloreado en sus alrededores por miles de hinchas merengues y rojiblancos, más ruidosos e implicados en la causa para meter el primer gol de una nueva final entre ambos clubes.

El día no amaneció apacible en Madrid para acompañar a un encuentro de gran categoría. Era el quinto entre ambos clubes tras las finales de 1960, 1961, 1975 y 1992. El buen tiempo de hace escasos días desapareció y una climatología pésima y pasada por agua acompañó a ambas aficiones durante casi toda la jornada.

Sólo tres horas antes del pitido inicial dejó de llover para instalarse un frío seco que nadie deseaba. Hace apenas una semana el sol brillaba en Madrid y las temperaturas primaverales, cercanas a los veinticinco grados, acompañaban a una ciudad que esperaba repetir ese mismo clima el día del encuentro.

Pero no fue así. El tiempo y el día, un viernes, algo extraño para una final, deslucieron el ambiente. Eurovisión se llevó el gato al agua y se impuso el sábado relegando a la Copa al último día laborable de la semana. Por eso, durante la mañana, las hinchadas no colorearon la ciudad como en otros encuentros clave, decisivos y a veces hasta históricos.

Del trabajo, casi directos al estadio. Por eso, sólo un par de horas antes comenzaron a verse las primeras camisetas por los alrededores del Bernabéu. Se respiraba ambiente de partido grande, pero sin mucho ruido. Mucho más colorido que en jornadas normales, pero sin alardes.

En los bares, ambas aficiones coincidían hermanadas. Mezclados unos con otros sin ningún tipo de problema, muchos calentaban su garganta con cervezas y hablando del partido. Los atléticos, más ruidosos. Se escuchaban más y se veían más. Estaban más enchufados que sus rivales. Tal vez la ilusión de ganar la Copa al Real Madrid en el Bernabéu por cuarta vez ilusionaba más que a un equipo que si ganaba el título iba a maquillar un curso errático.

Por eso, los atléticos entraron antes al Bernabéu. Marcaron el primer gol del partido. Hicieron los primeros cánticos. Desde el fondo norte, casi lleno una hora y cuarto antes del choque, animaron a sus jugadores. En el otro lado, el sur, el blanco todavía era el azul, el color de los asientos del estadio, que aún esperaba a sus inquilinos más apagados.

La afición madridista prefirió aparcar su entrada. Esperaron la llegada del autobús del Real Madrid y arroparon a sus jugadores casi como el día del Borussia Dortmund, cuando soñaron con una remontada hacia la final de la Liga de Campeones. Después, demoraron su aparición en el escenario de la final y la afición atlética les metió un gol.

No hubo ambiente blanco hasta poco antes del inicio. Los atléticos también recibieron a su autobús, pero después se metieron corriendo en el estadio para arropar a sus jugadores. Al ritmo de "Thunderstruck" de AC/DC hicieron mucho ruido cuando el marcador emitió un vídeo con los mejores momentos del Atlético en esta edición de Copa.

También aumentaron los decibelios en forma de pitidos con el vídeo del Real Madrid. Y también cuando asomaron la cabeza algunos jugadores blancos. Después, el grueso de futbolistas saltó al campo para calentar a la vez. De nuevo, la parroquia rojiblanca aulló con sus cánticos. Hicieron otro gol, y ya iban muchos.

Hubo igualdad en las pancartas, el fondo norte se adornó con un Neptuno gigante y un mensaje: "Domina el mar, nosotros la capital". El sur, el blanco, un caballero señalaba una Copa, también con palabras: "Una ciudad una conquista".

Con la suerte echada, y tras sonar el himno de España, esta vez sin silbidos como el año anterior en la final que disputaron Athletic y Barcelona en el Calderón, comenzó el partido. La afición rojiblanca marcó el primer gol, como casi siempre. Pero, como casi siempre en los últimos catorce años, se sentó a esperar algo diferente a una derrota o un empate.

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