Holanda llora en silencio su tercera final perdida

  • Amsterdam.- Poco más de dos horas han bastado para que la marabunta naranja que hoy ha tomado las calles de Ámsterdam pasara de la euforia a las lágrimas, al comprobar que una ocasión histórica se convertía de nuevo en una victoria que se esfumaba ante sus ojos.

Holanda llora en silencio su tercera final perdida
Holanda llora en silencio su tercera final perdida

Amsterdam.- Poco más de dos horas han bastado para que la marabunta naranja que hoy ha tomado las calles de Ámsterdam pasara de la euforia a las lágrimas, al comprobar que una ocasión histórica se convertía de nuevo en una victoria que se esfumaba ante sus ojos.

"A la tercera va la vencida" gritaban los holandeses antes del partido. Pero los números le han vuelto a fallar a la "naranja mecánica", que ha visto cómo España rompía todas las supersticiones al convertirse en el primer equipo de la historia en ganar un Mundial tras perder el partido inaugural.

Por séptima vez, miles de seguidores se han concentrado para ver jugar a la "oranje" en la Plaza de los Museos, contra cuyas vetustas fachadas resonaban los cánticos de los espectadores que se apelotonaban frente a las pantallas gigantes instaladas para la ocasión.

Una vez que los de Van Marwijk saltaron al campo, las estrechas calles surcadas de canales se quedaron vacías: Toda la ciudad parecía pendiente de una pantalla, en los salones, en los bares donde no cabía un alma y en los botes que intentan abordar varios polizones.

"Estoy esperando que gane Holanda, pero mientras veo el partido tengo el corazón encogido" afirma un aficionado, antes de alabar el buen juego que ambos rivales están desarrollando en el césped. "Qué gane el mejor" exclama, "es decir, Holanda", añade bromeando.

"¿Ves esta plaza? Si ganamos va a ser toda una fiesta" asegura animado otro hincha, quien no duda en remarcar sus palabras con un buen trompetazo. Sin embargo, con el fin de la primera parte, comienzan a extenderse las caras largas: a la afición "Oranje" no le ha gustado llegar al medio tiempo con un empate a cero.

Los cánticos de "Holanda, Holanda" van dando paso a las muecas de nerviosismo según pasan los minutos. "No es momento para fotos", espeta un hincha a una fotógrafa, mientras le vuelve su espalda para seguir un remate malogrado de Robben.

De vuelta a la Museumplein, los noventa minutos en vacío han hecho mella en la afición, que contiene la respiración al inicio del tiempo extraordinario. Silencio. Un nuevo contraataque fallido de Holanda arranca alaridos, gestos de sufrimiento y maldiciones.

Finalmente, en un agónico minuto 116, uno de los hombres claves este mundial para "La Roja", Andrés Iniesta, hace saltar por los aires los mecanismos de la Naranja con el único tanto del encuentro.

Los holandeses se llevan las manos a la cabeza e intercambian miradas de incredulidad. "¿Ha sido gol?" preguntan unas aficionadas. Ni siquiera la imagen de Iniesta alzando su camiseta al aire parece suficiente para encajar el golpe: Holanda vuelve a irse de vacío tras haber rozado la gloria. De nuevo, silencio.

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