Honduras se va de Brasil tras 17 días, naufragar, un tiroteo y 3.000 caimanes

Macarena Soto

Sao Paulo, 27 jun.- Honduras abandona hoy Brasil tras 17 días de concentración y partidos del Mundial, marcados por el naufragio del proyecto del ya extécnico Luis Fernando Suárez, un tiroteo en las inmediaciones del hotel "catracho" y un criadero de caimanes a menos de cinco minutos del centro de entrenamiento.

Llegados el día 9 de junio a Sao Paulo, se trasladaron a la vecina ciudad de Porto Feliz que discretamente les acogió en su estancia, los centroamericanos solo cosecharon derrotas, ante Francia, Ecuador y Suiza, y firmaron el peor de sus tres mundiales (España 1982, Sudáfrica 2010 y el presente).

En 270 minutos, tan solo el delantero Carlos Costly consiguió ver puerta en una ocasión, en el partido contra Ecuador que comenzaron ganando pero que los ecuatorianos remontaron, y fue precisamente la falta de ocasiones de gol, entre otras carencias, lo que condenó a la mediocridad al juego de los hondureños, que vivieron de todo durante su estancia brasileña.

Pese a la tranquilidad de Porto Feliz, ciudad de 50.000 habitantes en el rural interior del estado de Sao Paulo, un tiroteo en mitad de la noche -confirmado- en las inmediaciones del hotel de Honduras y en las puertas del centro de entrenamiento -sin confirmar- despertó a varios miembros del equipo.

El tiroteo estuvo envuelto en una nebulosa de falta de información por parte de los cuerpos de seguridad brasileños que velaban por la tranquilidad de la selección.

Policía y ejército brasileño negaron durante horas que éste hubiera ocurrido, añadieron una supuesta amenaza con los citados blancos y acabaron siendo contradichos por el equipo de seguridad de Honduras que confirmó solo la parte del hotel, a la que restaron importancia.

Además, convivieron con un criadero de caimanes.

El centro de entrenamiento, comprado por una compañía china apenas unas semanas antes de la llegada de los centroamericanos, se encuentra en lo alto de una colina por donde pasa una carretera estatal y está rodeado por un puñado de casas y bares rurales.

En esta amalgama de pequeñas edificaciones y el fértil campo, plagado de nidos de termitas, casi un centenar de piscinas de agua verde esconden a los cerca de 3.000 caimanes de la especie sudamericana overo.

Luiz Bassetti, el gestor del criadero, contó a Efe que con la producción actual no consiguen "satisfacer a todo el estado de Sao Paulo -de más de 43 millones de habitantes-, solo a las ciudades cercanas" ya que los brasileños "no tienen prejuicio alguno" hacia la carne de caimán sino que "es cada vez más demandada".

"Se hace de diferentes formas, desde hamburguesas, un asado, cortada en cuadrados y frita como el pollo, o con las salsas típicas del norte de Brasil donde se sustituye por el pescado o por lo el animal con el que tradicionalmente se ha hecho siempre", explica.

El caimán adecuado para ser sacrificado es el que ya ha cumplido los dieciocho meses, alimentado de pollo y aceite de pescado, del que saldrán más o menos seis kilogramos de carne y cuya unidad se vende a 35 reales (unos once euros).

De la piel, que se mide en la porción más larga del abdomen y cuyo centímetro crudo se vende en Brasil a cuatro reales (unos 1,3 euros) saldrán bolsos, zapatos o carteras.

"Para acelerar el crecimiento de las crías, unas estufas a 45 grados calientan el invernadero donde se encuentran las piscinas y para matar a los reptiles, les disparan un tiro de aire comprimido en la nuca, y tras desangrarles, les sacan la piel así como las vísceras y la carne es manipulada para su venta.

Sin carne de caimán en su dieta, pese a la cercanía, la selección hondureña fue "devorada" por la mayor efectividad del resto de integrantes del grupo (Francia, Suiza y Ecuador) y abandona el Mundial con la experiencia adquirida como principal argumento para alimentar futuras esperanzas.