Jim Furyk retoma el mando de un Grand Slam sin estrellas

  • Tiger Woods se excusó después de firmar una tarjeta con 73 golpes (+3), Phil Mikelson selló hoy 78 y el US PGA, el último Grande del año, se ha quedado casi sin estrellas y con la vuelta al liderato del estadounidense Jim Furyk.

Antonio Tomás

Redacción deportes, 10 ago.- Tiger Woods se excusó después de firmar una tarjeta con 73 golpes (+3), Phil Mikelson selló hoy 78 y el US PGA, el último Grande del año, se ha quedado casi sin estrellas y con la vuelta al liderato del estadounidense Jim Furyk.

"Esto es golf. No todas las semanas podemos jugar bien", argumentó en su descargo Woods, el mejor golfista del mundo que la semana pasada completó una exhibición de poder tras ganar el Bridgestone Invitational por 7 golpes de diferencia y que, solo unos días después, su rendimiento ha sido peor que ramplón.

Furyk, un veterano de 'swing' heterodoxo, está sacando partido de la ausencia de jugadores cuya simple sombra intimida por los puestos altos de una clasificación. El estadounidense comanda el cuarto y último torneo del Grand Slam que se disputa en Oak Hill, Rochester (Nueva York), después de repetir otra tarjeta bajo el par (68 golpes) y 9 abajo en el acumulado.

Furyk, de 43 años, un Open estadounidense en su palmarés (2003) y dieciséis victorias en el PGA Tour, es por su experiencia el máximo candidato a colocar el trofeo a sus vitrinas, cuando restan solo 18 hoyos para el final en Oak Hill.

Jason Dufner camina a un golpe tras su compatriota Furyk, el sueco Henrik Stenson es tercero con -7 y otro nórdico, Jonas Blixt, figura en la cuarta plaza.

De los favoritos, ni rastro. Solo el australiano Adam Scott, el último campeón en Augusta, mantuvo el tipo y aún se sostiene a cuatro golpes del liderato; o el norirlandés Rory McIlroy, el defensor del título que está salvando con dignidad su última comparecencia de Grand Slam después de un año verdaderamente opaco.

Las audiencias televisivas caerán en picado para este tramo final de un torneo que ha vendido todas las entradas, pese al trabajo destacable de Furyk, Dufner o Stenson. El mando de la televisión solo sabe de figuras, de ídolos, de estrellas. Tiger Woods ya está acabado para este torneo. También Mickelson, el reciente campeón del Open Británico.

Ni siquiera Sergio García, el mejor español del momento, fue capaz de lanzar un ataque para arrimarse a la zona de posibilidades de triunfo.

García tropezó una vez más, con una pobre ronda de 75 golpes que le alejan de toda opción de victoria. Los otros dos españoles en liza, Miguel Ángel Jiménez y Rafael Cabrera-Bello, siguieron el mismo camino del castellonense.

Todo este gris panorama mediático y televisivo se traduce en una gran ocasión para muy buenos golfistas, en la elite de este deporte, que tienen ante sí la ocasión de sumar un título más a su palmarés de Grandes o, como en la mayoría de los que figuran por detrás del líder, entrar por fin en la historia de los torneos de Grand Slam.

Dufner, Stenson, Blixt o Steve Stricker nunca levantaron los trofeos que otorgan la gloria. El domingo se acerca su momento, aunque si Tiger asegura que no siempre se puede jugar brillante, también el golf, en un solo día, convierte a héroes en villanos. Aunque Furyk parte en esa frontera cruel con ligera ventaja.

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