Juanito, Zárraga y Kaká, emoción en la intrascendencia

  • El vigésimo aniversario de la muerte de Juan Gómez "Juanito", el fallecimiento de José María Zárraga y la actuación del brasileño Ricardo Kaká, pusieron la emotividad al intrascendente duelo que disputaron Real Madrid y Apoel de Nicosia en la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones.

Juan José Lahuerta

Madrid, 4 abr.- El vigésimo aniversario de la muerte de Juan Gómez "Juanito", el fallecimiento de José María Zárraga y la actuación del brasileño Ricardo Kaká, pusieron la emotividad al intrascendente duelo que disputaron Real Madrid y Apoel de Nicosia en la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones.

Con la eliminatoria resuelta (0-3 en la ida), el choque entre madridistas y chipriotas se presentaba tedioso, aburrido y con poco picante para el espectador. Desde el terreno de juego, fue Kaká quien deleitó al público que acudió al estadio Santiago Bernabéu. Desde algún lugar menos terrenal, Zárraga y Juanito pusieron su grano de arena para que aflorasen otros sentimientos.

Zárraga, fallecido ayer a los 81 años, fue el primer protagonista. Un emotivo minuto de silencio, con todo el estadio blanco guardando respeto, rindió homenaje a un jugador que ganó cinco Copas de Europa en los años gloriosos del Real Madrid de Alfredo Di Stéfano. En el césped, los hombres de José Mourinho lucieron un brazalete negro en señal de duelo hacia su figura.

Poco después, a los siete minutos del encuentro, el turno fue para Juanito. Como cada encuentro, llegado ese momento, su cántico fue coreado por la grada del Bernabéu. Pero en esta ocasión fue diferente. Sonó más fuerte, más alto, con más decibelios.

Todos recordaron el "illa, illa, illa, Juanito maravilla". Y le lanzaron otro mensaje: "No te olvidamos, Juanito no te olvidamos". Veinte años después de aquel fatídico accidente de coche, el temperamental jugador continúa despertando pasiones.

Las mismas que levantó Kaká. Por lo menos en la primera parte. Durante 45 minutos, tuvo detalles del centrocampista que llegó desde Milán, que deslumbró en Europa y que consiguió un Balón de Oro. Aunque fuera frente al Apoel, un equipo de menor entidad, la sorpresa de la Liga de Campeones.

Ante los chipriotas surgió la inspiración que el brasileño ha ofrecido en el Real Madrid con cuentagotas. La magia de Kaká llegó a su cenit en el minuto 36 con un golazo desde fuera del área. Cogió el balón, levantó la cabeza, miró al portero del Apoel y lanzó un disparo con efecto rumbo a la escuadra defendida por el guardameta Urko Pardo.

Poco después, casi repite. En una jugada parecida, mandó el balón a la base del palo. Fue el último de sus dos detalles más visibles del buen primer acto de Kaká. En el segundo, su arte se diluyó, pero dejó un gol para volver a ver en el vídeo una y otra vez.

Con Kaká ya "desaparecido", el testigo de la emotividad lo recogieron los jugadores del Apoel de Nicosia Gustavo Manduca y Esteban Solari. Ambos marcaron los dos tantos de su equipo e hicieron explotar a los 4.000 incansables aficionados chipriotas que presenciaron el encuentro en directo. Merecieron el premio. No dejaron de animar en los 90 minutos.

A Zárraga, Juanito, Kaká, Manduca, Solari, y al público del Apoel, se unió el argentino Ángel Di María. Participó en su segundo partido después de una lesión para marcar un tanto digno de museo. Cuando el partido moría, picó el balón por encima de Urko Pardo para cerrar una noche intrascendente, pero con detalles emotivos. Fueron terrenales y celestiales.

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