Koa Bosco, el equipo que sobrevivió a Lampedusa para unir África e Italia

    • El párroco de Rosarno creó en 2013 un club para inmigrantes africanos y les permitió integrarse en la vida social.
    • Tras los partidos reciben un plato de comida y una ducha de agua caliente, algo que no pueden disfrutar todos los días.
El vestuario del Koa Bosco
El vestuario del Koa Bosco

Durante el frío invierno, el barrio de Rosarno situado en la ciudad de Reggio Calabria, recibe a miles de inmigrantes que trabajan en la recogida de naranjas. El número de ilegales en la zona aumenta cada año y su situación es precaria. Viven al límite de la explotación y apenas trabajan para poder obtener un permiso de residencia.

La inmensa mayoría de ellos llegaron a Italia a través de Lampedusa, una isla conocida como el 'cementerio del Mediterráneo'. Sus aguas están plagadas de inmigrantes africanos que soñaban con ganarle la batalla al mar para vivir una vida digna en Europa. Otros sí tuvieron la suerte de llegar a Italia, como los miembros del Koa Bosco. Se trata de un equipo formado únicamente por jugadores africanos que llegaron a Italia a través de Lampedusa. La mayoría no tiene papeles ni una casa donde vivir, por lo que están acogidos en los campamentos de San Ferdinando, un pueblo situado a 8 kilómetros de Rosarno.

Cada uno de los jugadores tiene su historia, proceden de Sudáfrica, Senegal, Malí y el resto de países del continente negro. Varios perdieron familares en las aguas del mediterráneo y otros lo dejaron todo en su tierra. Algunos miembros del equipo vivieron en 2010 los conflictos con la 'N'drangheta', la mafia calabresa que ostigaba a los extranjeros. Tras años de explotación y el asesinato a tiros de varios inmigrantes, surgió la conocida popularmente como la 'revolución de Rosarno', cuando se sublevaron para tener una vida más digna.


El equipo salió del mar y nació en una parroquia

La idea de crear un equipo en el año 2013 para estrechar lazos y acabar con el racismo fue del párrroco Don Roberto Meduri, cuya intención era que los inmigrantes se integraran en la vida social. "No fue fácil, pero yo creí desde el principio porque la ayuda como alimentos o ropa es muy útil, pero este proyecto acerca a los jóvenes y ayuda a que se sientan ciudadanos. Al principio ellos no creían que funcionara y tenían miedo, porque la idea de exponerse demasiado les hacía sentirse vulnerables. Hoy estoy feliz y ellos también. En parte han recuperado su dignidad y se sienten orgullosos cuando la gente les saluda por las calles", aseguró en lettera43.it.

De su relación con la iglesia surgió el nombre de Koa Bosco, que procede de la abreviatura de 'Knights of the Altar' (los reyes del altar). más de 300 jóvenes se ofrecieron para formar parte del equipo, aunque ninguno quería jugar de portero. El capitán es Khadim, un senegalés que llegó a jugar en la selección Sub 17 de su país, antes de irse a vivir con un primo en Catania a los 18 años. Hoy tiene 26: "Juego de volante ofensivo, me gusta el estilo de Iniesta".

El equipo juega en divisiones regionales de Italia, pero esta temporada ha mejorado los resultados y por primera vez están cerca del ascenso. En San Ferdinando encontraron un terreno de juego para disputar los partidos. Compaginan su trabajo con tres entrenamientos a la semana, tras los que reciben un plato de comida y una ducha de agua caliente, algo que no pueden disfrutar todos los días.

Los únicos italianos son el entrenador, Mimmo Mammoliti, y el director deportivo, Dominic Bagalà. Este último dice en ua entrevista para gioisasport.com que "este equipo es algo único en mi vida. Los chicos, con sus dificultades y sus sueños, me han enseñado mucho. Nos gustaría ser la unión entre Italia y África, superando así este muro de la ignorancia. El Koa Bosco no es sólo un equipo de fútbol sino también participa en otras actividades como el coro de gospel, y estamos organizando el equipo de rugby y el atletismo".

Su aventura es cada vez más conocida y grandes equipos como la Juventus invitaron a los jugadores del Koa Bosco a Turín hace unos mesess. También han recibido premios por su labor para terminar con el racismo y la xenofobia en el fútbol.

Ídolos en Rosarno, atacados en otros pueblos

Con el paso de los años y la ayuda del balón se han convertido en chicos respetados y admirados cuando comienza a rodar el balón. Cientos de vecinos acuden a ver los partidos cuando juegan como local, pero la situación cambia cuando tienen que visitar terrenos hostiles.

Están acostumbrados a escuchar insultos, gritos racistas y recibir lanzamientos de objetos desde las gradas, por lo que se muestran hartos. Su mayor enfrentamiento lo tuvieron hace unas semanas cuando jugaron en el campo del Vigor, equipo de la provincia de Vibo Valentia. Nada más empezar el partido, varios aficionados comenzaron a gritar "negros sucios iros a recoger naranjas" o "deberían haberos hundido en Lampedusa". Uno de los jugadores reaccionó y los hinchas invadieron el terreno de juego. El árbitro suspendió el partido y tuvo que intervenir la policía para que pudieran llegar a los vestuarios.

El Koa Bosco tuvo que ser escoltado hasta Rosarno porque los aficionados gritaban "estamos esperando fuera y si no os vais de inmediato os mataremos". El párroco, Don Meduri, afirma para fantagazzetta.it que se sienten solos y el futuro del equipo está en el aire: "En Calabria nos respetan y espero que los chicos sigan con el mismo compromiso de estos dos años. b y para nuestro país".

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