La selección china, un equipo indigno de una potencia deportiva mundial

  • La selección china de fútbol, que a partir de ahora dirige el murciano José Antonio Camacho, es un equipo mediocre incluso a nivel asiático, donde nunca ha ganado un trofeo continental, algo inexplicable para un país donde el fútbol es el deporte más popular, sus clubes manejan ya muchos millones y hay campeones mundiales y olímpicos en infinidad de deportes.

Antonio Broto

Pekín, 13 ago.- La selección china de fútbol, que a partir de ahora dirige el murciano José Antonio Camacho, es un equipo mediocre incluso a nivel asiático, donde nunca ha ganado un trofeo continental, algo inexplicable para un país donde el fútbol es el deporte más popular, sus clubes manejan ya muchos millones y hay campeones mundiales y olímpicos en infinidad de deportes.

Actualmente en el puesto 73 de la clasificación del la FIFA, un escalón por detrás de la africana Malawi, la selección china es un equipo que alcanzó sus mejores resultados a principios de este milenio, cuando por primera vez se clasificó para un Mundial, el de 2002, y jugó la final de la Copa Asiática de Naciones en 2004.

Pero estos éxitos fueron engañosos: al Mundial, donde fue dirigida por Bora Milutinovic, llegó en parte gracias a la ausencia de Corea del Sur y Japón -anfitrionas de aquella Copa del Mundo- en la fase de clasificación.

Y en la Copa de Asia, la "Gran Muralla" -apodo que recibe el equipo, por su tendencia al fútbol defensivo- contó con la ventaja de jugar en casa, lo que no le sirvió para batir en la final a su eterna rival histórica, la selección nipona.

Desde entonces, la selección china no ha levantado cabeza: derrotas humillantes ante equipos muy inferiores sobre el papel, eliminaciones en primeras fases, peleas de sus jugadores, y todo ello en un momento nefasto para el fútbol nacional, cuya liga lleva varios años sumida en escándalos de corrupción y compra de partidos.

Los partidos de China suelen destacar por un fútbol soporífero, falto de imaginación y con escasas ocasiones de gol que a veces se fallan de forma ridícula.

Basta con ver una lista de las "bestias negras" que han apeado a China de jugar los últimos Mundiales o las eliminatorias de la Copa de Asia para ver que algo no funciona bien en la sección del país: Qatar, Kuwait y especialmente Uzbekistán, tres desconocidas, han dejado recuerdos amargos a los hinchas del gigante asiático.

Ningún jugador chino ha logrado renombre mundial, y aunque algunos (Li Tie, Dong Fangzhuo, Li Weifeng) han conseguido fichar para equipos europeos, especialmente ingleses y alemanes, no han conseguido la notoriedad que sus vecinos japoneses y surcoreanos sí han logrado a veces.

En favor de los futbolistas de este país ha de decirse que el deporte en equipo no es el fuerte de una China que monopoliza mundialmente disciplinas individuales como la gimnasia, los saltos en trampolín o el tenis de mesa.

En general, sus selecciones nacionales en todos los deportes han estado siempre muy lejos de la elite mundial, aunque en baloncesto al menos han logrado de la mano de Yao Ming ser un fijo en los Mundiales, y en el deporte femenino si se han logrado muchos éxitos.

Pero en un país con tanto capital humano parece increíble que no se haya podido encontrar futbolistas de calidad, y en China tanto medios como aficionados se preguntan desde hace tiempo por qué un país "loco" por el fútbol tiene un equipo tan insignificante.

La razón, quizá, está en la mala situación que durante años ha vivido su liga, en la que árbitros, jugadores, entrenadores y directivos de muchos clubes participaron durante años en el negocio de las apuestas ilegales y la compra de resultados, por lo que la competición acabó perdiendo toda su credibilidad y hasta la televisión nacional renunció unos años a ofrecer sus encuentros.

La penosa situación de la Superliga china, que se profesionalizó a mediados de los 90, llevó en 2010 al mismísimo presidente del país, Hu Jintao, a pedir personalmente "limpieza" en el fútbol nacional, lo que se tradujo en arrestos policiales que llegaron hasta lo más alto de la federación y del colegio arbitral.

Líder de esta "limpieza" es el actual presidente de la Asociación China de Fútbol, Wei Di, un auténtico "Elliot Ness" intocable por la corrupción que le rodea y que reconoció que el fútbol nacional "se había degradado hasta niveles intolerables".

Wei llegó incluso a organizar el pasado año encierros de los árbitros de la liga profesional para "reeducarlos", al más puro estilo maoísta.

También es un país que carece de fútbol de base, sin equipos juveniles ni balompié en las escuelas.

Pero corren tiempos de renovación, en los que China quiere que Camacho tenga un papel fundamental para generar una selección nueva y joven que ilusione.

Para ello el fútbol chino cuenta con una ventaja, la financiera: la segunda economía mundial tiene ahora el dinero que a Occidente le falta, y ello se empieza a ver en los fichajes millonarios de sus clubes.

El quinto mejor jugador del mundo, por ejemplo, es el argentino Conca, que juega para el Guangzhou Evergrande, líder de la liga china, quien en el pasado también tuvo fichajes de relumbrón como Rubén Sosa o Paul Gascoigne.

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