Larry Fink capta el alma contemporánea en blanco y negro

  • Celebridades de Hollywood, boxeadores aficionados, "beatniks" descalzos, "top models", músicos de jazz y proletarios obesos componen "Body and Soul", una antológica en la que el fotógrafo neoyorquino Larry Fink (1941) ha captado en blanco y negro el alma de Estados Unidos y de la sociedad actual.

Alfredo Valenzuela

Sevilla, 4 mar.- Celebridades de Hollywood, boxeadores aficionados, "beatniks" descalzos, "top models", músicos de jazz y proletarios obesos componen "Body and Soul", una antológica en la que el fotógrafo neoyorquino Larry Fink (1941) ha captado en blanco y negro el alma de Estados Unidos y de la sociedad actual.

Integrada por 106 fotografías tomadas entre 1960 y 2011, divididas en series temáticas, la muestra puede verse en el centro de actividades culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS), donde estará hasta mayo, en dos grandes salas sin desbastar, ya que la restauración de este gran edificio, antigua escuela universitaria, aún no ha concluido.

Con un suelo de cemento y sobre unas paredes en las que no se ha recubierto el ladrillo de los muros, las imágenes de "Body and Soul", también organizada por el Centro Andaluz de la Fotografía, cobran la fuerza de algunos de los personajes de sus retratos, como los de la serie "Boxing", imágenes tomadas en gimnasios de boxeadores aficionados de Philadelphia entre 1990 y 1994.

De las quince fotografías que integran "Boxing" solo dos muestran el ring, una con los púgiles sentados en la lejanía de sus rincones y otra de un combate tomada desde una posición más lejana que la del público, desde detrás de los focos que arrojan luz cenital al cuadrilátero.

Fink parece encontrar "el alma" del boxeo, antes que en el combate, en el desconchón de la pared de un vestuario, en el perfil del albornoz de un púgil, en el aire ausente de un boxeador antes de pisar la lona.

Conocido como "El fotógrafo de Hollywood" por su serie "The Vanities", consagrada a las veladas de los Oscars, y de las que en esta exposición hay retratos de Kate Winslet, con una elegancia interrumpida por el vaso de cerveza que sostiene en su mano, o de una confidencia entre Meryl Streep y Natalie Portman.

De Kate Moss, en esta misma serie, Fink solo fotografió las piernas, de pie y por detrás, y de Melissa Keller, el tatuaje que lleva sobre el homoplato derecho.

Ningún rostro se ve tampoco en la fotografía titulada "Hugh Heffner con bombones", de modo que del fundador de Play Boy solo se ha captado la pajarita y parte de la camisa de su traje de gala, junto al busto de dos mujeres, sentadas a su mesa, cuyos escotes parecen poner a prueba la resistencia de sus prótesis mamarias.

La ironía de Fink, a veces amarga, también llega a los títulos de sus reportajes, como "Fish and wine", una serie de fotos tomada en 1996 en Portugal en la que muestra a un niño trabajando en el acarreo de la uva o a pescadores de bajura en plena faena.

Portugal, París y Milán son los únicos escenarios ajenos a los Estados Unidos que forman parte de "Body and Soul", y en el caso de las dos capitales europeas para centrarse en pasarelas de alta costura o, más concretamente, en los vestidores, donde pudo tropezarse con la modelo Tatiana Sorokko pintándose los ojos o, sencillamente, una caja de maquillaje olvidada en un rincón.

Para las series "Soul" y "Somewhere There's Music" han sido seleccionadas imágenes de un desfile fúnebre, con una sección de viento, en Nueva Orleans, desfiles de trompetistas negros en Washington, de los clubes de jazz de Harlem, pero también de actuaciones de virtuosos como John Coltrane, del pianista Horace Porlan o del flautista Harols O'Neil.

La primera monografía de Fink, "Social Graces", es considerada por la crítica como "uno de los principales trabajos de la edición fotográfica del siglo XX", según recuerda el comisario de la exposición, Alain D'Hoghe, en el programa de mano de la muestra, sobre este reportaje de las clases acomodadas de Nueva York, entre 1977 y 1978.

Fink, cuyas fotos se mostraron en el MOMA en 1970, contrasta con esa serie el reportaje que, también en 1977, dedicó a la familia Sabatine, unos modestos obreros de Pensilvania cuya gestualidad dista tanto de la de las clases pudientes neoyorquinas como las latas de cerveza que se beben de las copas de champán que aquellas sostienen con desgana pero sin mancharse el esmoquin.

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