En el torneo de Madrid

Las Leonas del rugby 7 aspiran a dar la campanada con juventud y veteranía

El equipo femenino de esta modalidad del deporte busca aprovechar el efecto de jugar en casa junto a una progresión en los últimos años en los que se ha complementado la experiencia y las nuevas generaciones.

Las Leonas del rugby 7 aspiran a dar la campanada con juventud y veteranía.
Las Leonas del rugby 7 aspiran a dar la campanada con juventud y veteranía.
Luis Conte

A Ceci se le cayó el alma a los pies cuando le dijeron que había dado positivo por la Covid-19 escasas horas antes de incorporarse a la concentración con sus compañeras de selección de rugby 7 que este fin de semana participa en el torneo internacional de Madrid. "Estoy bien, prácticamente no he tenido síntomas salvo un pequeño catarro y un poco de fiebre", se apresura a decir. Sus palabras tienen un cierto tono de decepción. A sus 24 años iba a jugar por primera vez a nivel internacional delante de su familia y amigos. Menos mal que es de esas mujeres que no arrojan la toalla ante cualquier adversidad. De ahí que aun mantenga la esperanza de ponerse la camiseta roja de Las Leonas y saltar al campo en condiciones, al menos, un pocos minutos.

De momento, el positivo se ha quedado en un simple susto "y menos mal que no llegué a incorporarme porque así no he puesto en peligro a nadie". Y es que es difícil librarse de un bicho que ya ha infectado a más de 3,1 millones de españoles, incluida esta licenciada en Bioquímica que, curiosamente, cuenta en su curriculum con un máster en Inmunología. "Me hacía mucha ilusión jugar en Madrid pero son cosas que no se pueden evitar", comenta un tanto resignada. 

Su pasión por el rugby comenzó en la universidad recién cumplidos los 18 años. A los pocos meses, junto a su "mejor" amiga Laura Elizaga, montó un equipo en su pueblo, Torrelodones, donde jugó tres años hasta que terminó la carrera, tiempo más que suficiente para que le nombraran capitana. El destino hizo el resto, ya que el capitán de los chicos es ahora su actual pareja. "Es el que más me apoya en esto del rugby", afirma sonriendo. 

Del equipo de su pueblo pasó al club Rugby Majadahonda. Allí le ofrecieron una beca para jugar en División de Honor. "Como estaba a punto de empezar el máster y tenía pensado entrar al año siguiente en el mundo laboral o de comenzar el doctorado, me animé a jugar un rugby más profesional", recuerda. Ahora Cecilia Huarte disfruta de un año sabático "para poder centrarme un poco en el rugby". Quiere disfrutar de la experiencia que supone vivir más de cerca el deporte de alto nivel. "Luego, ya volveré a retomar mi carrera". 

Vamos, es de esas chicas con los pies en el suelo y que tiene las cosas muy claras en la vida. Hasta la fecha no ha debutado a nivel oficial con la selección. Se ha conformado con jugar en 2019 un partido contra las estrellas de la liga en el equipo Emerging (una especie de segundo equipo no oficial). Más tarde, el seleccionador Pedro Matías le llamó a una concentración "pero no jugué nada". Ese mismo año, en el mes de septiembre, y tras otra concentración en Sierra Nevada, le ofrecieron incorporarse a un grupo de seguimiento. Por esa razón entrena desde hace casi dos años todas las semanas en Madrid junto con otras jugadoras de la selección. Su punto fuerte es la evasión. Los que le conocen afirman también que es "bastante rápida" y que tiene "un buen contrapié". 

Lo importante para ella, sin embargo, "es seguir siempre para adelante y nunca rendirme". Como punto débil Ceci asegura que "a lo mejor soy un poco bajita para el entorno de la selección". Tampoco es para tanto, la chica mide 1,64 cm.

Del grupo de veteranas, todas ellas con un amplio historial a nivel internacional, habla maravillas: "Fue increíble conocerlas porque me trataron como a una más a la que intentan incluir en el grupo y siempre te están enseñado", relata esta apasionada del rugby. Esa misma pasión le lleva a declararse un poco "friki" con el tema. "Me veía todos los partidos de la selección y me sabía los nombre de todas", explica. 

No es raro, entonces, lo que ocurrió cuando se le acercó a presentarse Marina Bravo, una de las veteranas del grupo, porque lo primero que pensó, sin llegar a confesárselo, fue: "Sí, ya lo sé, porque te he visto mil veces por televisión". Ceci también ha jugado torneos internacionales pero ninguno de las World Series ni campeonatos de Europa, lo que le hubiera dado su primera cap (internacionalidad). Con el torneo de Madrid tampoco la hubiera logrado "aunque es lo más parecido a disputar unas World Series", aclara.

"Mi mayor reto –añade- era jugar contra Estados Unidos porque en teoría son las de mayor envergadura y de más calidad para poder verme en un entorno más competitivo". Tal vez vea cumplido ese sueño. Y también el de compartir vestuario en seven con la jugadora que más admira: Iera Echebarria, "junto a otras muchas más".

La persona que se encarga de entrenar a Cecilia Haurte y al resto del rugby 7 femenino es Pedro de Matías, un licenciado en Ciencias del Deporte que jugó de apertura con el CAU de Valencia en División de Honor hasta que algunas lesiones y la actividad laboral le obligaron a colgar las botas antes de lo que hubiera querido. Es lo que tiene el amateurismo y lo que ya le ha pasado a otros jugadores. Este año cumple ya su cuarta temporada como entrenador al frente de un grupo de chicas en el que ya quedan muy pocas de las que se dieron a conocer en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro

Ahora le toca planificar una temporada con el calendario oficial de competiciones internacionales en blanco. "Al no haber series mundiales el volumen de actividad ha disminuido", admite. A corto plazo tampoco hay ni olimpiadas ni campeonatos de Europa que preparar. Por tanto, "ahora mismo" la prioridad del proyecto a nivel femenino son las chicas del XV que están en el proceso de preparación clasificatorio para disputar este año el Mundial en Nueva Zelanda. "Va a ser un nuevo hito que posicione al rugby como uno de los deportes colectivos destacados del panorama nacional", advierte.

De Matías subraya que la selección del seven está en proceso transición porque la mayoría de las jugadoras que acudieron a Río de Janeiro o al último Mundial de San Francisco han preferido echarse a un lado para dar la oportunidad a las nuevas generaciones que han ido saliendo estos cuatro últimos años. De momento, este año el grupo se tiene que conformar con concentraciones y competiciones no oficiales para que, según los casos, unas jugadoras debuten y otras continúen con su proceso formativo y de desarrollo en los torneos internacionales. 

Tampoco el año pasado las cosas discurrieron mucho mejor en el plano competitivo. Todo se fue complicando a raíz de la súbita aparición de la pandemia, así que se tuvieron que conformar con algún Training Camp para medirse a selecciones como Polonia o Brasil. El seleccionador viene siguiendo muy de cerca a estas últimas generaciones de jugadoras gracias a las competiciones nacionales y a los proyectos de desarrollo femenino que se llevan a cabo en los centros con academias organizadas por la Federación. Esa enseñanza se complementa con los campus de tecnificación que sirven para identificar a las jóvenes promesas de entre 14 y 16 años. 

Como para este torneo de Madrid muchas jugadoras habituales de las World Series de la pasada temporada forman parte del proyecto de clasificación para el mundial de rugby XV, el seleccionador ha podido contar en la última concentración que tuvieron hace un mes en Almería con chicas recién cumplida la mayoría de edad. En ese grupo de jugadoras que aún no han conseguido debutar con las Leonas está Blanca Ruiz, que se ha caído a última hora de la lista por una inoportuna lesión; Lea Ducher, Bruna Elías y Marta Cantabrana. Incluso tiene a la mallorquina Zahaía Pérez a la que todavía le queda un año para poder votar. El grupo cuenta, además, con veteranas que estuvieron en las Olimpiadas "y que les encanta que haya un torneo en Madrid porque pocas veces han tenido la oportunidad de jugar aquí". 

Se refiere a Bárbara Plá (324 caps), Marina Bravo (281 caps) o María Casado (275 caps). Así que en Madrid se mezclan jugadoras en edad universitaria y, por tanto, en plena fase de formación académica "que se llevan los apuntes a la concentración" con otras que trabajan "y se cogen días de vacaciones para poder estar con el grupo".

En la última concentración de Almería el seleccionador planteó dos objetivos. Uno basado en el desarrollo de la deportista "en un contexto de entrenamiento exigente para que vean cuáles son los hábitos y rutinas de una jugadora internacional" y el otro centrado "en el desarrollo de modelo de juego que queremos poner en práctica". Es muy poco tiempo del que dispone. 

"Al equipo le falta rodaje porque hablamos de que pueden pasar dos años para que una jugadora esté asentada en las series mundiales, y las chicas que participan en Madrid han tenido solo dos o tres semanas de trabajo conjunto", admite. Y es que aún hay mucha diferencia antropométrica entre jugadoras de países como Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda o Francia. De ahí que De Matías insista en empezar con las chicas a edades "muy tempranas" o, como ocurre en otros países como Canadá, "abrir centros de alto rendimiento con jugadoras internas de entre 16 y 17 años".

El técnico valenciano usa el GPS como una herramienta que ayuda a mejorar el control de los entrenamientos. Desde hace años también lo utilizan todas selecciones nacionales porque sirve a los entrenadores para conocer los esfuerzos que realizan sus jugadoras en los partidos "y analizar así nuestras propuestas de entrenamiento". A las chicas les gusta conocer algunas variables que les animen a mejorar su rendimiento. Por ejemplo, ver la velocidad máxima que alcanzan y compararla con la de otras jugadoras. De Matías confiesa que la mejor marca "es alrededor de 28 ó 29 km/ h", pero no hay manera de sacarle la identidad de la velocista. 

En el plano internacional hay jugadoras que tienen valores superiores como las francesas Séraphine Okemba o Anne Cecile Ciofani o la australiana Ellia Green, que superan a las españolas porque "alcanzan picos de velocidad en torno a 32 km/h". Australia no participará en el torneo. Pese a ello, De Matías recuerda que acudirán otras selecciones que van a participar este año en la Olimpiada como Francia o Estados Unidos "que siempre están en el top 4 mundial".

A las jugadoras veteranas les pide que disfruten del torneo. Tal vez sea la última vez que puedan disputar un torneo internacional en España aunque no sea oficial. A las nuevas les recuerda que el concepto de juego del seven es muy diferente al XV que practican con sus clubes y que, por tanto, hay una cierta falta de comprensión de lo que realmente significa esta modalidad. "Les cuesta más adaptarse porque requiere de una exigencia tanto técnica, al haber más distancia entre las jugadoras, como física a la que no están acostumbradas", explica. A eso se añade que tienen que moverse en un espacio muy grande lo que permite que se aprecien más sus déficits técnicos porque "se ven con más dificultades en un deporte espectacular y donde pasa todo muy rápido".

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