Hay un antes y un después del violento pisotón que el checo Ujfalusi propinó a Messi en el Calderón. El debate y la alarma originados tras la lesión del jugador argentino, que estará de baja entre 10 y 15 días por un esguince de tobillo, han dado un giro radical a la actitud de los árbitros. Ahora, los antiguos hombres de negro se muestran inflexibles con los infractores y no tienen miedo a la hora de fulminar con una tarjeta roja a los duros de la Liga.
El primero fue Clos Gómez, que en el Real Madrid-Espanyol expulsó al visitante Galán por llevarse por delante a Cristiano Ronaldo. El equipo blanquiazul se considera injustamente tratado y va a pedir al Comité de Competición que le quite la tarjeta porque entiende que entró al baón. En otro momento, la entrada se hubiera saldado con una amarilla a pesar de su evidente dureza, que pudo dejar malparado al portugués. Dos días después de la tarascada de Ujfalusi, con la campaña lanzada para proteger a los artistas en plena ebullición, el colegiado no dudó y expulsó al espanyolista.
El siguiente en subirse al carro fue Mateu Lahoz. Balón dividido en el centro del campo en el Athletic-Barcelona, Amorebieta entra al balón con la potencia de un rinoceronte en carrera e Iniesta sale maltrecho. Cesped mojado, jugó al balón... Da igual. Roja directa y el central rojiblanco a las duchas a la media hora de partido. Los defensas van a tener que recapacitar y medir más sus acciones porque se van a cobrar caras las entradas a las grandes estrellas del campeonato.
Justicia con independencia de la camiseta del infractor
Cortar la dureza excesiva en el fútbol es una labor encomiable. Ya sólo falta que los árbitros tengan la mano igual de rápida con los jugadores de los equipos poderosos. Es muy fácil expulsar a Galán o a Amorebieta, pero habrá que ver si los trencillas siguen igual de valientes cuando haya que castigar una entrada brutal de algún jugador de renombre. Por lo pronto, Clos Gómez no se atrevió con Pepe, al que perdonó una cartulina colorada por un palo y luego expulsó por una menudencia por su mala conciencia. Mateu Lahoz sí expulsó a Villa, pero el delantero azulgrana se lo puso fácil al soltar el puño a Gurpegui, que le echó un poco de teatro.
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