Adiós a una leyenda del deporte y la televisión

Michael Robinson, el ojo con el que vimos el fútbol de los últimos 30 años

Michael Robinson
Michael Robinson
EP

Para los que tuvimos la suerte de tener un descodificador de Canal Plus desde su mismo lanzamiento en 1990, el fútbol nunca volvió a ser lo mismo: desde la banda sonora de 'Desafío Total' a modo de sintonía previa a los partidos, a la introducción de revoluciones técnicas tales como el ángulo inverso o la cámara superlenta, la voz eléctrica de Carlos Martínez dotando al juego de un ritmo desconocido hasta entonces... y, por supuesto, el imposible acento de un tipo inglés que apenas se defendía en castellano a base de refranes. Pero, contra todo pronóstico, aquel hombre con una labia impropia para un exfutbolista, tan adicto a los Beatles y al Liverpool como a las chirigotas, tan de Leicester como de Pamplona, se convirtió en el epicentro del fútbol moderno. Sin Michael Robinson, fallecido este martes en Madrid tras una larga lucha contra el cáncer, es imposible entender los últimos 30 años del deporte rey en España.

Para los que, además, hemos tenido la suerte de coincidir con él en algún momento de nuestra vida, el dolor es doble: se va un hombre con un ácido sentido del humor, muy británico, herencia de directa de la escuela Monty Python; un tipo capaz de reírse hasta de sí mismo por cualquier cosa; un ser tan inteligente que transformó lo que en los 90 eran críticas descarnadas a sus problemas para aprender castellano en su sello de identidad, en un chiste que uno cuenta de sí mismo una y otra vez hasta encontrar la virtud en el defecto.

Su historia está plagada de este tipo de anécdotas, como cuando se ganó el cariño de todos en su primer programa en'El Día Después', ironizando en su primera intervención sobre la falta de medios ante un atónito Nacho Lewin: "El decorado no pega nada, pero la temporada pasada era aún peor, porque había latas, bufandas y periódicos... Parecía una basura". Era 1991, Canal Plus había apostado todo al fútbol y Robinson llevaba un año comentando junto a Carlos Martínez el 'Partido de la Jornada', algo que seguiría haciendo durante tres décadas más en partidos de Liga, de Copa, de Champions o en competiciones de selecciones.

Pero lo que enganchó definitivamente a buena parte de los aficionados al fútbol fue su carisma en un programa tan divertido como 'El Día Después'. Allí, Robinson se convirtió en un icono reconocible para cada hogar español (se emitía en abierto, al contrario que el 'Partido de la Jornada') y se se ganó a todos con una de sus secciones estrella, 'Lo que el ojo no ve': gracias a la multitud de cámaras que Canal Plus había empezado a colocar en cada estadio, por primera vez éramos capaces de ver el fútbol desde otra perspectiva, entre gazapos de futbolistas y entrenadores a enternecedoras historias de amor en las gradas.

A su magnetismo con la cámara se sumaban unos profundos conocimientos futbolísticos, que quedaron plasmados desde sus inicios televisivos y muy especialmente con aquella pizarra en el campo de Atocha en la que analizaba jugadas clave, estilos de presión y otras tácticas de cada partido. Su capacidad de análisis era tal que incluso algunos entrenadores de Primera División le ofrecieron cargos como técnico. De hecho, en 1995 rechazó una oferta de Radomir Antic para ser su segundo en el Atlético... que al final de aquella temporada completó su histórico doblete en Liga y Copa.

Todo lo aprendió en el campo, donde fue un delantero aguerrido pero con olfato, capaz tanto de marcar al primer toque como de regatear antes de definir. Tras pelearse en las divisiones inferiores del fútbol inglés durante cuatro años, dio el salto definitivo en su carrera al fichar por el Manchester City en 1979, para después pasar tres temporadas en el Brighton. Pero su momento estelar llegaría en 1983, cuando fichó por el Liverpool de Kenny Dalglish e Ian Rush. Era suplente de ambos, pero terminó completando una temporada para el recuerdo: marcó 12 goles en 42 partidos y se alzó con la Premier, la Copa de la Liga y la Copa de Europa, llegando a jugar incluso en la prórroga contra la Roma.

Aquel fue el inicio de su declive como futbolista y, tras dos temporadas en el Queens Park Rangers, recaló en Osasuna. Una de sus anécdotas más recordadas es que tras firmar con el club le dijeron que debía trasladarse a Pamplona. "¿Pero no he fichado por Osasuna?", dijo entonces, desatando las risas propias y ajenas. De inmediato se hizo 'rojillo' y llegó a pasar tres temporadas en España antes de anunciar su retirada a los 30 años por sus persistentes problemas de rodilla. En aquel momento se acabó su carrera como jugador, pero acababa de nacer una auténtica leyenda del fútbol y la televisión.

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