Mundial atletismo Moscú 2013: los anónimos héroes que un día situaron en el mapa a Yibuti, Tayikistán, Samoa Americana o Islas Caimán

    • Este fin de semana comienza en Moscú el decimocuarto mundial de atletismo, en el que muchos 'desconocidos' buscarán algo más que la gloria: darle un nombre a su país.
    • En el pasado atletas como Igor Paklin, Ahmed Salah,Andrey Abduvaliyev,Jérôme Romain o Kim Collins ya lo lograron.
Kim Collins, instantes antes de la final de 200 metros del Mundial de Daegu 2011
Kim Collins, instantes antes de la final de 200 metros del Mundial de Daegu 2011

A partir de este sábado los ojos del atletismo mirarán hacia la misma ciudad: Moscú. La capital rusa será el escenario de los decimocuartos campeonados mundiales del deporte más importante de la antigüedad. Estrellas como Usain Bolt, Yelena Isinbayeva, LaShawn Merrit, Asbel Kiprop, Mo Farah, Tirunesh Dibaba o Anna Chicherova tratarán de convertirse en los protagonistas de la cita más importante del año. Empero, junto a ellos también competirán otros cuantos atletas que pelearán por algo más que una medalla o un récord.

Son deportistas que llevan a su espalda algo más que una bolsa de equipaje con zapatillas, camisetas, dorsales y toallas. Junto a ellos también corren, saltan o lanzan los millones -o miles- de compatriotas que aguardan delante de la televisión a que su héroe aparezca y deslumbre al mundo con su actuación. Será entonces cuando todos ellosse sientan parte de un triunfo que hará que el nombre de su país llegue a todos los rincones del planeta.

Puede que la gran mayoría de atletas de estos países con poca tradición atlética se queden en las rondas preliminares o en las fases de clasificación. Sin embargo, la historia de los mundiales de atletismo demuestra que en todo torneo hay siempre algún triunfador de una isla del Pacífico, de un país del Golfo Pérsico o de un territorio de alta mar.Desde el principio

Los pioneros en lograr una medalla de un campeonato del mundo siendo de un país 'desconocido' y poco prolífico en atletas fueronIgor Paklin,Ahmed Salah yAbdi Bile. Son un saltador de altura de Kirguizistán, un maratoniano de Ybuti y un mediofondista de Somalia. Los dos primeros lograron la medalla de plata y el último fue campeón mundial en Roma 87, en la que fue la segunda edición de los campeonatos globales.

Salah repetiría presea cuatro años después en Tokio, aunque esta vez se tuvo que conformar con el segundo puesto. Desde entonces, la República de Yibuti, sita en el este de África y con menos de un millón de personas, no ha vuelto a cosechar éxito alguna en el atletismo. Junto a Salah, los velocistas Samuel Matete -de Zambia- y Frank Fredericks -de Namibia- también triunfaron en la capital japonesa. Matete, que es el único zambiano con medalla en un mundial- fue campeón en 400 vallas en Tokio y plata en Stuttgart 93' y Goteborg 95' y Fredericks logró la plata en Tokio, Goteborg y Atenas 97' y el oro en Stuttgart.Dos estrellas

En el mundial de Stuttgart aparecieron dos figuras que fueron auténticos héroes en sus países:Andrey Abduvaliyev, originario de Leningrado -por lo que representó a la URSS, al equipo unificado, a Tayikistán y a Uzbekistán- y Maria de Lourdes Mutola, nacida en Mozambique. El primero fue un lanzador de martillo doble campeón mundial (93' y 95') y la segunda fue la gran dominadora de los ochocientos metros de final del siglo pasado, con cinco medallas en mundiales (oros en Stuttgart, Edmonton 01' y París 03'), dos en JJOO (oro en Sydney y bronce en Atlanta) y nueve en mundiales bajo techo (siete de ellas de color dorado). Ella fue el gran orgullo de uno de los países más pobres del mundo hasta su retirada en 2006.

Un palmarés mucho más breve tiene el sanmartinenseJérôme Romain. Este triple saltador logró el bronce en Goteborg en 1995 con un salto de 17 metros y 59 centímetros. Por delante de él quedó el bermudeño Brian Wellman, otro atleta que tiene el privilegio de ser el único medallista en estos campeonatos de su país, que logró un salto tres centímetros más largo. A ambos los venció el inigualable británico Jonathan Edwards, que aquel día logró su récord del mundo de la prueba, con 18 metros y 29 centímetros.

Otros dos países que no habrán olvidado aún los Mundiales de Goteborg serán Surinam y Burundi. Letitia Vriesde, surinamesa, logró en la ciudad sueca la primera de sus dos medallas mundialistas en los 800 metros. Por su parte,Vénuste Niyongabo yArthémon Hatungimana, ambos de Burundi, le dieron a su país sus dos primeras preseas en el torneo. El primero fue bronce en los 5.000 metros y el segundo se llevó la plata en los ochocientos.El dopaje, un flaco favor

Años más tarde, en los Mundiales de Edmonton 2001, llegaría por primera vez a los oídos de muchos aficionados del atletismo el nombre de Islas Caimán. De allí procedíaCydonie Mothersille, velocista de doscientos metros que acabó quinta en la final pero que años más tarde recibió la medalla de bronce una vez que las estadounidenses Marion Jones y Kelli White fueron descalificadas por dopaje.

En la ciudad canadiense empezaría a destacar también un semidesconocido hasta el momento Kim Collins. Procedente de San Cristóbal y Nevada (Saint Kitts & Nevis en inglés), era una joven promesa hasta aquel año. Logró el bronce en los 200 metros, medalla que repitió en el hectómetro en Helsink 05' y Daegu 2011', donde también consiguió esa presea en el relevo 4x100. Su mayor éxito llegó en París, en el año 2003, al ser el ganador de los cien metros libres. En realidad, cómo no, fue tercero pero el dopaje de Dwain Chambers y de Tim Montgomery le acabaron por dar el título.

Todos estos atletas, para la gran mayoría desconocidos del pasado, y muchos más (Amantle Montsho de Botsuana, Kirani James de Granada,Ryan Brathwaite de Barbados,Susanthika Jayasinghe de Sri Lanka, Lisa Misipeka de Samoa Americana oChristopher Isengwe de Tanzania) tuvieron, al menos, un momento de gloria. Por un minuto, los dioses del olimpo y buena parte de la humanidad postraron sus ojos sobre ellos para adorarles como ídolos y ejemplos a seguir, sobre todo sus conciudadanos, para quienes su triunfo significó algo más que una simple medalla. Y si no que se lo pregunten a todos los niños que salieron a la calle a correr, a lanzar piedras o palos y a saltar muy alto al día siguiente de que su atleta subiera al podio en un mundial.

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