

"Papá, ¿por qué somos del Atleti?". La frase hizo historia como esa de ¡Qué manera de sufrir! El adiós del niño Torres, convertido ya en leyenda, un ejemplo dentro y fuera del campo explica el sentir rojiblanco. Y su final fue el soñado. El mito de 'El Pupas', pese a las dos finales perdidas con el Madrid, está bajo las alcantarillas de las que salía el Mono Burgos, predestinado junto a Simeone a cambiar la historia del Atlético. Pero antes, mucho antes, el que se sostuvo a todo un club con sus pecas y su sonrisa de niño, porque es lo que era, fue Torres. Y el club salió del foso. La luz fue ese niño, que se fue, sí, pero dejando mucho al club.
Y volvió. Para ganar. El último trofeo, la Europa League, es para él su título más preciado. Con la misma emoción que la levantó junto a Gabi se la ofreció a una afición especial, que siempre está ahí, ahora en las victorias, antes más en las derrotas. Lo hizo Torres acompañado de sus hijos, Nora, Leo y Elsa. Y con el brazalete de capitán.

El Wanda despidió a Torres como se merecía un futbolista que había ganado más que nadie en ese vestuario del Atlético pero que aceptó su rol sin rechistar. Un ejemplo. La gente le quiere y los suyos, bandera al viento más. "De Niño a leyenda”, “Fernando Torres, siempre uno de nosotros”. Y él como siempre, respondió. Marcó en su adiós. Un doblete.
Todo empezó mucho antes. fue seleccionado siendo un niño por los técnicos del club en el campo madrileño de Cotorruelo.
Allí llegó un rubicundo Fernando Torres después de haber pasado por la selección previa que hacían en el Parque de las Cruces (entre los distritos de Latina y Carabanchel, sur de Madrid) donde los técnicos rojiblancos Víctor Peligros y Pedro del Mazo seleccionaban chicos prometedores de entre 500 chavales que se acercaban. Tuvo un diez más uno, claro. Y ya no paró. Ganó el Europeo sub-16 como máximo goleador del torneo.
Unos días después, llegó la oportunidad con el primer equipo, en su primer año en el 'infierno' de Segunda División. El entrenador Carlos García Cantarero le llamó a entrenar a finales de mayo de 2001 y esa misma semana entró en la convocatoria para el partido contra el Leganés, en el que se produjo su debut, un 27 de mayo.
Abraham García recuerda perfectamente cómo fue aquella charla con ese juvenil que iba a tener próximamente la alternativa por el primer equipo sin pasar por el filial. "Le dije que había llegado su oportunidad y que ahora había que ir hacia adelante, que dejara de pensar que era un juvenil y pensara en que era del primer equipo y que su vida cambiaba. Que intentara escuchar mucho, que no armara mucho revuelo, que si le habían llamado era por algo", recuerda.
Y una semana después ese gol en el Carlos Belmonte de Albacete de cabeza, a un centro largo de Iván Amaya, el 3 de junio de 2001; sus tantos y sus victorias en el Camp Nou; el doloroso "hasta luego" rumbo al Liverpool en el verano de 2007; su regreso al club en enero de 2015; la increíble presentación en la que junto 50.000 espectadores en el Manzanares; sus lágrimas en la final de la Liga de Campeones de San Siro o su primer título de rojiblanco.
"Hace 22 años yo estaba allí, era un niño con 11 años y venía a ver al Atleti del 1996 que consiguió el 'Doblete'y soñaba con algún día poder estar aquí en Neptuno. Ha pasado mucho tiempo y durante toda mi carrera he ganado muchas cosas, pero sin duda esta es la mejor, sin duda", confesó Torres. Hizo llorar a Simeone. Casi nada. Y el Niño ya hombre le dijo a la afición: "Os dejo solos, pero vais a conseguir lo que el fútbol nos debe". Ya sabían todos lo que era. Y entonces uno recuerda esa pregunta que hizo fortuna. Papá, ¿por qué somos del Atleti?










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