Pellegrino: del éxito como jugador a la decepción como técnico en el Valencia

  • El argentino Mauricio Pellegrino cerró su etapa como técnico del Valencia al ser destituido tras cinco meses de trabajo en un equipo en el que la decepción del despido contrasta con su experiencia como jugador en un club en el que vivió la otra cara de la moneda con éxitos deportivos y títulos conquistados.

Alfonso Gil

Valencia, 1 dic.- El argentino Mauricio Pellegrino cerró su etapa como técnico del Valencia al ser destituido tras cinco meses de trabajo en un equipo en el que la decepción del despido contrasta con su experiencia como jugador en un club en el que vivió la otra cara de la moneda con éxitos deportivos y títulos conquistados.

El primer proyecto de Pellegrino como entrenador se truncó a mitad de su primera temporada, en la que el Valencia no pasó de conseguir unos resultados deportivos discretos y no fue capaz de concretar una idea futbolística definida.

Una derrota en Mestalla por 2-5 ante la Real Sociedad una semana después de la sufrida en Málaga por 4-0 han precipitado su destitución.

El técnico argentino, un hombre serio y sobrio, que nunca se recreó en sus declaraciones y transmitió lo imprescindible, ha dejado el club de una manera mucho más triste de como lo abandonó en su etapa de jugador.

Pellegrino fue campeón de Liga como defensa del Valencia en 2002 y 2004, año este último en el que el equipo ganó también la Copa de la UEFA. Se marchó al Liverpool con el entrenador de aquellos éxitos y hoy técnico del Chelsea, Rafa Benítez, y volvió al Valencia al principio de esta temporada para entrenarlo.

Su llegada fue una apuesta de Manuel Llorente, presidente del club, como alternativa a Unai Emery, que había cerrado un ciclo tras haber dirigido al Valencia durante tres años.

Pellegrino se encontró con un equipo consolidado como el tercero de la Liga española, el primero de la "otra" Liga, la que no juegan Real Madrid y Barcelona. Había sido llamado para, como mínimo, repetir la tercera posición a la que se había acostumbrado la entidad.

El Valencia que se encontró ya no tenía a las grandes estrellas de los últimos años: David Villa, David Silva o Juan Mata y perdió antes del inicio de la temporada a la última perla de su plantilla: Jordi Alba.

Se conformó un equipo nuevo, con un grupo mayoritario de jugadores extranjeros y con una presencia importante de argentinos (Éver Banega, Fernando Gago, Pablo Piatti y Tino Costa), al margen de que los integrantes del cuerpo técnico también eran compatriotas de Pellegrino.

Lo mejor que ha logrado en su breve etapa en el club ha sido clasificarlo para los octavos de final de la Liga de Campeones. Por delante del BATE Borisov bielorruso y del Lille francés, todavía puede pugnar con el subcampeón de Europa, el Bayern Munich, por ser campeón de su grupo en la jornada del miércoles.

Lo peor ha sido la trayectoria del Valencia como visitante en la Liga española. Tan sólo dos empates hasta el momento convierten al equipo de Mestalla en el peor forastero del tramo inicial de esta competición.

En casa, el equipo ha sido fuerte hasta la derrota con la Real Sociedad, ya que sólo había cedido un empate. La épica más que el buen juego han marcado los partidos del equipo ante su público, hasta que un encuentro jugado con un hombre menos durante todo el segundo tiempo ha acabado en goleada con pocos precedentes (2-5).

El presidente del Valencia anunció su destitución una hora después de la derrota y señaló que no era una decisión en caliente. Tal vez ya estaba meditada a la espera de que el equipo ganara hoy y albergara posibilidades de alcanzar las posiciones de Liga de Campeones.

Ese es el único objetivo del club por cuestiones deportivas, pero sobre todo económicas, ya que su situación financiera sólo puede verse mínimamente aliviada por la inyección que supone la disputa del primer torneo continental.

Pellegrino apenas ha tenido tiempo de acostumbrarse al banquillo de Mestalla, justo lo contrario de lo que le ocurrió sobre el césped, donde vivió todas las alegrías que ahora no ha podido repetir.

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