¿Por qué el mayor productor de coca del mundo se niega a legalizar las drogas?

  • Mientras sus colegas latinoaméricanos flirtean con la idea de la legalización, Perú sigue apostando por el enfoque prohibicionista dictado por Washington. Pero su posición, teniendo en cuenta su papel central en la producción mundial de cocaína, resulta cuanto menos curiosa.
Morales pide despenalizar la coca en Bolivia para reparar un error histórico
Morales pide despenalizar la coca en Bolivia para reparar un error histórico
Simeon Tegel , Lima (Perú) | GlobalPost

Todavía hay un país clave que sigue apostando por el enfoque prohibicionista de los narcóticos de Washington: Perú.

Según las estadísticas más recientes de Naciones Unidas, esta nación andina va a superar a Colombia como el productor número 1 del mundo de coca, el principal ingrediente de la cocaína y el crack.

Miles de campesinos pobres dependen del cultivo por un modesto ingreso de efectivo de unos pocos cientos de dólares al año. Mientras tanto, la violencia que ha asolado durante tanto tiempo los remotos y escarpados bosques donde tradicionalmente se cultiva la planta está extendiéndose cada vez más por las calles de la capital, Lima.

Sin embargo, a pesar de un breve flirteo con un nuevo enfoque, el presidente Ollanta Humala - un ex oficial del ejército que una vez dirigió una guarnición en una región cocalera – ha descartado en privado la legalización de la producción de cocaína o del consumo, de acuerdo con Ricardo Soberón, su ex zar de la lucha contra la droga.

Soberón encabezó la agencia gubernamental encargada de la lucha contra las drogas ilegales – la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) -, pero su mandato sólo duró cinco meses. Después de haber pasado dos décadas como analista de estupefacientes, incluyendo el asesoramiento a las organizaciones de productores de coca, adoptó un enfoque más suave.

"Sabía que la legalización no era una opción, así que me centré en otras áreas", dice Soberón. Optó por la "reducción" de los cultivos de coca en lugar de por la "erradicación".

En la práctica, eso significaba ampliar el enfoque de los soldados en la búsqueda y destrucción de las plantaciones de coca para  ayudar a los agricultores pobres a migrar a cultivos alternativos. Soberón también se centró en los ingredientes químicos y en el lavado de dinero que son clave para el tráfico de drogas.

Según las estadísticas más recientes de Naciones Unidas, en 2010 Perú tenía un total de 61.200 hectáreas (más de 150.000 acres) dedicadas al cultivo de coca, tan sólo 800 por detrás de Colombia. Cabe destacar que las cifras de Perú representan un aumento de casi el 50% en los últimos cinco años, mientras que el número de Colombia se ha reducido realmente en un tercio durante el mismo período.

El enfoque de Soberón no fue popular entre los medios de comunicación conservadores y los políticos, quienes lo atacaron por simpatizar presuntamente con los cultivadores de coca. El embajador de EEUU en Lima, Rose Likins, le omite en sus contactos con el Gobierno peruano. Fue apartado de Devida como parte de una importante reorganización del gabinete en diciembre.

Esa reorganización también supuso reemplazar al primer ministro Salomón Lerner, un empresario de izquierdas, por Oscar Valdés, un ex coronel del ejército conservador. Soberón ahora atribuye a Valdes la ortodoxia del Perú, el enfoque de la ley y el orden respecto al tráfico de drogas.

Desde 2003, Perú ha tenido como marco normativo una ley que despenaliza la posesión de pequeñas cantidades de cocaína y marihuana para uso personal. Sin embargo, la policía y el público aquí parecen no ser conscientes de la legislación, y los oficiales continúan arrestando a la gente por el uso de esas drogas.

La posición de Perú fue resumida recientemente por el ministro de Defensa, Alberto Otárola, en una reunión en el centro de pensamiento Inter-American Dialogue, en Washington DC, donde dijo que la "lucha frontal contra el narcotráfico domina el pensamiento de seguridad nacional peruano".

"El problema fundamental de Humala es que piensa que el Ejército comprende muy bien a los narcotraficantes, cuando no es así", dice Soberon, un hombre corpulento, y canoso, desde la pequeña oficina del Centro de Investigación sobre Drogas y Derechos Humanos (CIDDH), donde ahora trabaja.

Los líderes latinoamericanos, entre ellos los presidentes de Colombia, Guatemala y México, han pedido un debate sobre la legalización y la regulación de los aspectos de la producción de drogas, el comercio o la utilización. El impulso ha obtenido un apoyo sin precedentes.

"Es un tema muy sensible y existe ya un prejuicio del propio presidente… (la Administración Humala) seguramente va a adoptar una posición muy típica de una lucha directa contra el tráfico de drogas. Pero espero, y creo que todavía sigue habiendo un espacio, para convencerles sobre la necesidad de, al menos, tener un debate".

Mientras habla, Soberón mastica un fajo de hojas de coca. "Me ayuda a trabajar", dice de esta costumbre, que es legal y generalizada en el Perú. Proporciona un zumbido leve, similar a un café, y alivia los síntomas del mal de altura, por no hablar de la resaca, dolor de cabeza, cansancio e incluso dolores menstruales.

Los andinos se han entregado a ella desde mucho antes de que los blancos llegaran a la región, y algunos aquí aceptan su estigmatización como consecuencia de los estragos causados por las invenciones occidentales modernas de la cocaína y el crack muy procesados.

Mostrar comentarios