Raonic, Nishikori, Dimitrov, Gulbis, el "baby boom"

  • Nacieron cuando el muro de Berlín comenzaba a resquebrajarse y cuando en Roland Garros Michael Chang y Jim Currier dominaban la tierra batida y ahora están llamando a la puerta de las grandes gestas.

Luis Miguel Pascual

París, 25 may.- Nacieron cuando el muro de Berlín comenzaba a resquebrajarse y cuando en Roland Garros Michael Chang y Jim Currier dominaban la tierra batida y ahora están llamando a la puerta de las grandes gestas.

Son los Milos Raonic, Kei Nishikori, Grigor Dimitrov o Ernests Gulbis, representantes de la hornada de tenistas que en los próximos años van a tomar el relevo del triunvirato que ahora domina el tenis mundial.

El búlgaro Dimitrov es para muchos el más talentoso, con un tenis que recuerda mucho al de Roger Federer y unas condiciones físicas muy prometedoras.

Nacido en Haskovo el 16 de mayo de 1991, se crió tenísticamente a los pechos del francés Patrick Mouratoglou, actual entrenador de Serena Williams, aunque desde hace unos meses sigue los consejos del australiano Roger Rasheed, con quien parece haber cobrado una nueva dimensión.

Sobre todo porque el jugador, que es duodécimo del mundo, ha dejado atrás la endeblez física que parecía lastrarle en sus inicios sobre el circuito y con su nueva fuerza, su talento emerge a borbotones.

A finales de abril logró su primer torneo en Bucarest y en Roma solo un herido Rafa Nadal le apeó en semifinales la semana pasada. En el pasado Abierto de Australia alcanzó por primera vez los cuartos de un Grand Slam.

Raonic es el más joven de la lista y el que ha tenido una progresión más meteórica.

Noveno mundial, su servicio causa sensación en el circuito, aunque no es su única arma, porque también cuenta con una demoledora derecha y un revés peligroso.

Su juego de piernas, que parecía el punto débil de este espigado jugador de 1,96 con aspecto aniñado, ha mejorado desde que le entrena el italiano Ricardo Piatti, asesorado por Ivan Ljubicic.

El canadiense, nacido en la ciudad montenegrina de Podgorica es el primero de todos en haber integrado el "top 10". Su aparición fue fulgurante. En 2011, cuando acababa de cumplir los 20, comenzó en el puesto 156 del mundo y acabó en el 31, con gestas como los octavos de final del Abierto de Australia.

Aunque su juego se adapta más a las pistas rápidas, la semana pasada demostró que también puede brillar en arcilla, donde logró alcanzar en Roma unas semifinales en las que obligó a sacar su mejor versión al serbio Novak Djokovic, número dos del mundo 6-7(5), 7-6(4), 6-3.

Veinticuatro velas sopló en diciembre pasado Nishikori y ya es una estrella en su país, cabeza de lanza del llamado "proyecto 45" y mejor jugador nipón de todos los tiempos, con una imagen que los publicistas se disputan.

De pequeña talla pero dotado de un tenis veloz, el japonés ha reforzado su cuerpo técnico con el estadounidense Michael Chang, que ahora cumple los 25 años de su victoria en Roland Garros.

Un asesoramiento que ha mejorado el tenis de Nishikori sobre tierra batida, donde esta temporada ganó el torneo de Barcelona y llegó a la final del Masters 1.000 de Madrid, donde los problemas de espalda le obligaron a retirarse cuando dominaba a todo un Nadal, número uno del mundo.

Algo más mayor es el letón Ernests Gulbis, que con sus 25 años ha escrito ya algunas páginas de la historia del tenis. Mejor, de la historia ajena al tenis.

Hijo de un adinerado empresario de su país, Gulbis comenzó una fulgurante carrera que en el 2010 le llevó a entrar entre los 25 mejores, pero que quedó frenada de raíz por su gusto por la fiesta y la buena vida.

Solo el año pasado pareció querer volver a interesarse por el tenis y esta temporada ha demostrado que está con los cinco sentidos en la pista.

En mayo pasado logró el puesto 17 del ránking, su mejor clasificación, gracias a los cuartos de final que logró en Indian Wells y en Madrid. Llega a Roland Garros tras haber logrado la victoria en la tierra batida de Niza.

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