Alguna respuesta tenía que haber. Era difícil -por no decir impensable- que Cristiano Ronaldo no le enviara algún recadito a Joseph Blatter, mandamás de la FIFA, si marcaba algún gol ante el Sevilla. A la media hora de encuentro, Isco cayó en el área y el árbitro pitó penalti. Ronaldo cogió la pelota y la envió al fondo de la portería de las mallas antes de hacer el típico saludo militar; el típico saludo de un 'comandante'.
No le valió con publicar su malestar en su Facebook ni con recibir las disculpas de Joseph Blatter por Twitter. A Cristiano Ronaldo aún le dolía las palabras que le dedicó el presidente del fútbol mundial el pasado viernes en la universidad de Oxford. Le comparó con un comandante por su forma de jugar y dijo de él que "gastaba más en peluquería que Messi". Al argentino le elogió hasta el agotamiento, llegando a describirle como "el hijo que toda madre querría tener".
Las reacciones del Madrid, de Ronaldo e, incluso, de la Federación de Portugal no tardaron en llegar. Todos pedían que Blatter rectificara, algo que hizo con sendas cartas y con dos mensajes por Twitter. Nada de eso le sirvió al delatero luso, que aún sentía cómo una espinita estaba clavada en su orgullo.
Pero el fútbol le dio la oportunidad de desquitarse. A la media hora de partido ante el Sevilla Isco cayó en el área ante Fernando Navarro. Teixeira Vitienes pitó penalti. Sin dudar, Cristiano Ronaldo se dirigió al punto fatídico, con la pelota en sus manos. Cogió carrera y chutó fuerte, abajo y a la izquierda de Beto. El esférico acabó besando las mallas y Cristiano saltó de alegría justo antes después de plantarse en el césped y hacer un saludo militar: palma tensa a la frente mientras sacaba pecho. Ese era su mensaje para Blatter. Así cerraba una discusión que nunca debió de existir.
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