Rotaciones, poco público y rivales sin presión hacen muy accesible Mestalla

  • Valencia.- Las rotaciones masivas de jugadores que propone el técnico Unai Emery en los partidos europeos en Mestalla, la falta de público en las gradas y la poca presión con la que llegan equipos teóricamente inferiores al Valencia han hecho muy accesible el estadio valencianista en los últimos años.

Rotaciones, poco público y rivales sin presión hacen muy accesible Mestalla
Rotaciones, poco público y rivales sin presión hacen muy accesible Mestalla

Valencia.- Las rotaciones masivas de jugadores que propone el técnico Unai Emery en los partidos europeos en Mestalla, la falta de público en las gradas y la poca presión con la que llegan equipos teóricamente inferiores al Valencia han hecho muy accesible el estadio valencianista en los últimos años.

Prueba de ello, es que el Valencia ha disputado un total de once encuentros europeos en casa en los tres últimos años, de los que sólo ha ganado cuatro.

Se da, además, la circunstancia de que de estos cuatro partidos, tres han correspondido a la eliminatoria previa de la competición, siempre ante un rival muy inferior, y sólo uno a la fase de grupos, el ganado hace tres semanas ante el Génova en la actual edición de la Liga Europa.

Hace dos años, en la fase previa de la Liga de Campeones, el Valencia ganó al Elfsborg sueco (3-0), el año pasado al Marítimo portugués (2-1) en la Copa de la UEFA y este año al Stabaek noruego (4-1) en la Liga Europa. Ninguno de ellos es un rival importante o con tradición en competiciones continentales.

En la fase de grupos de la Liga de Campeones de hace dos campañas no conoció la victoria en sus partidos ante Chelsea (1-2), Rosenborg (0-2) y Schalke 04 (0-0) y en la de la Copa de la UEFA de la pasada campaña, los empató todos.

En esa fase de grupos igualó a uno ante el Copenhague y el Brujas y en la eliminatoria de dieciseisavos de final igualó a dos con el Dynamo de Kiev y quedó eliminado. Este año ha ganado al Génova (3-2) y empatado este jueves con el Slavia de Praga (1-1).

El ambiente del campo de Mestalla en los partidos de la Copa de la UEFA el año pasado y de la Liga Europa en la actual campaña dista muchos del habitual en los encuentros de la Liga española y está a años luz de que se genera en partidos como el del pasado sábado ante el Barcelona.

El interés del público en estos partidos se reduce sensiblemente tanto por la certeza de que no van a ver a los mejores jugadores del equipo como por la circunstancia de que son de pago y, aunque los precios son asequibles, el desembolso se añade al de los abonos de temporada.

Estas circunstancias han provocado que pocas veces se den cita más de 20.000 espectadores, aunque a ello también ha contribuido el potencial de los equipos visitantes.

No fue ese el caso de hace dos años en la Liga de Campeones, pero en las dos últimas temporadas equipos como el Copenhague, el Brujas o el Slavia de Praga no han sido un reclamo suficiente como para congregar a más público en el campo o dar un plus especial de motivación al equipo, lo que generan un ambiente muy desangelado en el campo de Mestalla.

El poco colorido de estos encuentros lo ponen los aficionados visitantes, tal y como ocurrió con los 2.000 seguidores del Génova que celebraron con un viaje a Valencia la vuelta de su equipo a competiciones europeas tras varios años, o la de los del Slavia de Praga este jueves.

En lo deportivo, la competición se ha convertido en un campo de experimentos para el técnico que, ante el Slavia alineó a siete jugadores no titulares contra el Barcelona e hizo que el equipo jugará de manera muy diferente a como lo hizo ante el club catalán.

Además, con el actual formato de la competición y la política de reparto de ingresos de la UEFA, el club se dejó 60.000 euros al no conseguir ganar el partido, cifra que el Valencia, en su actual situación económica, necesita para comer.

Por tanto, tan sólo un replanteamiento deportivo por parte del entrenador y económico a la hora de atraer al público por parte del club conseguirán que esta competición deje de ser casi un problema para convertirse en una vía hacia el éxito.

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