El rugby brasileño ve los Juegos como un trampolín

En un país más acostumbrado a celebrar a los ídolos futbolísticos como Pelé, Zico, Ronaldo y Neymar, hay gente esperanzada con que la gran exposición que suponen los Juegos Olímpicos atraiga a más brasileños al rugby.

El rugby siete -una versión más dinámica que se juega con siete jugadores en vez de los quince habituales- debuta en los Juegos en Rio, con la competición femenina empezando el sábado.

La última vez que el rugby fue olímpico fue, en su modalidad de quince jugadores, en los Juegos de París-1924.

Para los dirigentes internacionales y brasileños del deporte del balón ovalado es una oportunidad de popularizar el juego en una Sudamérica obsesionada con el fútbol.

El único país sudamericano con desarrollo en el rugby es Argentina.

El rugby en Brasil no es nuevo, y se remonta a 1894, cuando Charles William Miller, un brasileño de ascencendencia angloescocesa, fundó el Sao Paulo Football Club al regresar al país tras estudiar en Inglaterra.

Mientras el fútbol florecía, el rugby se estancó, pero con los Juegos se ha creado el programa "IMPACT Beyond Rio 2016" (impacto más allá de los juegos) para que el rugby en Brasil no sea flor de un día.

El programa es una colaboración entre la confederación mundial de rugby (World Rugby), la brasileña y el Comité Olímpico Brasileño, el ayuntamiento de Rio y el comité organizador de los Juegos, y en él se implicaron ya más de 175.000 jugadores, entrenadores y árbitros desde su lanzamiento en marzo de 2015.

"Antes incluso de que el balón empiece a moverse en Rio 2016, el impacto de los Juegos Olímpicos en el rugby brasileño ha sido positivo", dijo el presidente de World Rugby, Bill Beaumont.

Como país anfitrión, Brasil tiene derecho automático a tener equipos masculino y femenino en la competición en el estadio Deodoro.

Eso despertó un interés renovado en este deporte, con una plétora de nuevos clubes. El equipo de 15 atrajó a 7.000 personas para sus partidos internacionales de abril ante Chile y Uruguay, una afluencia sin precedentes.

La estrella del equipo femenino es la veterana Beatriz Futuro Muhlbauer, que teme, sin embargo, que se pierda el interés cuando los Juegos sean un recuerdo.

"Nuestro país atraviesa muchos problemas, y quizás los deportes dejen de ser la máxima prioridad", dijo Mulhbauer, admitiendo que siente una mezcla de "ansiedad y orgullo" ante el regreso de esta disciplina a los Juegos.

Daniel Sancery jugará con su hermano gemelo Felipe en el equipo brasileño masculino, con el que se han curtido en el Albi, equipo profesional francés de segunda división, y, para él, la reinclusión es totalmente positiva.

"En Brasil, los aficionados al deporte se reparten en un 90% para el fútbol, y el resto para la natación y el voleibol", dijo Sancery.

"El rugby a quince no es muy conocido, y a siete menos. El rugby no figura en la cultura brasileña, pero está creciendo y se empieza a mostrar en televisión", agregó.

Su compañero Juliano Fiori, nacido en Londres, cree que el rugby a siete es más accesible: "está muy bien, es un deporte muy dinámico y muy grato de ver".

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