Pese a las restricciones por salud

El rugby del futuro reúne en Madrid a la elite mundial con España dando guerra

La capital recibe a selecciones tan potentes como Argentina, Francia, Estados Unidos, Kenia y Portugal y suponen una oportunidad "única" para difundir y dar a conocer esta modalidad con siete jugadores.

El Rugby con siete jugadores es más dinámico y vistoso para cualquier espectador.
El Rugby con siete jugadores es más dinámico y vistoso para cualquier espectador.
Colin Grzanna- Deutscher Rugby Verband

Madrid huele a rugby, y del bueno. Una pena que, para una vez que vienen las grandes estrellas del seven, la Covid-19 siga presente e impida verlas de cerca. La Federación Española de Rugby (FER) ha puesto todo su empeño para que asista público pero al final ha sido imposible. Así que en los dos próximos fines de semana habrá que resignarse y sentarse frente al televisor. Pese a todo, las instalaciones de la Universidad Complutense se convertirán en el mejor escaparate de un deporte tan espectacular y nada conocido en España. Y eso que la selección viene compitiendo a lo largo de las tres últimas décadas con resultados cada vez más prometedores.

Pablo Feijoo, actual seleccionador de rugby 7, ve en este acontecimiento deportivo donde junto a España competirán selecciones tan potentes como Argentina, Francia, Estados Unidos, Kenia y Portugal una oportunidad "única" para difundir y dar a conocer una modalidad que representa "el rugby del futuro" y ya, de paso, "para que la gente que no entiende muy bien lo que es este deporte se pueda enganchar". Lástima que la pandemia, con todo lo que conllevan las variantes de las cepas inglesa y sudafricana, ha provocado a última hora la caída del cartel de otras selecciones tan potentes como Sudáfrica o Irlanda

La presencia internacional del seven español arranca en 1993 con un décimo puesto en la Copa del Mundo, la mejor clasificación de su historia. También estuvo presente en las ediciones de 1997 y 2001, "y a partir de ahí, ya hubo unos años en que no se hicieron las cosas muy bien porque desde la Federación no se le daba mucha bola", señala Feijoo. Por ejemplo, se reunían uno o dos días antes de cualquier competición "y así es muy difícil". 

La llegada al cargo en 2009 de un nuevo seleccionador provocó un giro de 180 grados. José Ignacio Inchausti, Tiki, se tomó el tema en serio y, poco a poco, logró enderezar el rumbo. Una de las primeras cosas que hizo fue crear lo que bautizó como un top 16, es decir, un grupo de 16 jugadores que durante los meses de mayo, junio y julio se juntaban para entrenar y demostrar así que el seven estaba de vuelta y, esta vez, para quedarse.

El duro trabajo tuvo su recompensa pese al chasco inicial de no clasificarse en 2009 para el mundial de Dubai. A partir de ese año los buenos resultados comenzaron a llegar a raíz de una invitación para disputar un torneo en Hong Kong. Un año más tarde consiguieron plaza para jugar en la misma ciudad el Qualifier, una competición que sirve de trampolín para codearse con la élite. Y España la ganó, así que en 2012 y 2013 disputó las series mundiales como core time (una especie de permiso especial para jugar), e incluso estuvo presente en el Mundial. 

El descenso de categoría ese mismo año trajo consigo la vuelta a la cruda realidad y el seven español tardó cuatro largos años en recuperar el terreno perdido. "Pero ya llevamos tres temporadas en series mundiales –dice Feijoo- y en esta última, hasta que se suspendió, teníamos 20 puntos sobre el último clasificado, así que la permanencia estaba casi asegurada".

Las series mundiales son torneos que disputan 16 selecciones a lo largo del año en diez ciudades distintas de los cinco continentes. El último clasificado desciende y asciende el ganador del Qualifier, el torneo que anualmente se celebra en Hong Kong. Feijoo reconoce que España carece aún de una estructura suficiente que le permita estar con comodidad en la zona media de tabla y enfrentarse sin complejos todos los meses a los mejores del mundo. Ahora bien, rezuma optimismo: "Tenemos motivos más que sobrados para estar orgullosos porque de vez en cuando nos metemos entre los ochos mejores, y eso son ya palabras mayores". 

Los éxitos hasta la fecha son haber estado presente en Rio de Janeiro "por todo lo que significa ir a unas Olimpiadas" o su victoria ante Nueva Zelanda de hace dos años "por la repercusión mediática que tiene vencer a una selección que a nivel mundial es un símbolo del rugby". Estar en las series mundiales tampoco es un mal premio. "Es que es un logro muy importante por el sacrificio que supone estar entrenando todos los meses a un nivel muy alto con un fondo de armario de jugadores que puedan dar siempre la talla", explica el seleccionador. 

De cara al futuro, la Federación ha montado una academia al estilo de lo que se hace en otros países con más tradición rugbística como herramienta de trabajo y entorno profesional de los jugadores. Allí entrenan ocho deportistas, a los que se les ofrece un colegio mayor para residir y poder compaginar sus estudios con la actividad física, más la gente que reside en Madrid. El grupo lo completan otros 14 ó 16 jugadores a sueldo de la Federación. No obstante, a una concentración previa a unas series mundiales acuden solo 12 jugadores y uno más de reserva, al margen de otras cuatro personas del staff técnico. Eso sí, World Rugby se hace cargo de los viajes y los alojamientos en el extranjero. 

Feijoo detalla que en el seven hay tres tipos de jugadores. Los recuperadores, "que son gente grande, habilidosa, con buena técnica, físicamente muy buenos y portentos tanto aeróbica como anaeróbicamente". Luego están los play makers, "gente más pequeña encargada de distribuir el juego y hacer jugar a los demás con unas habilidades individuales muy desarrolladas". El ídolo a nivel mundial para ese puesto es, en palabras del seleccionador, el fijiano Jerry Tuwai, "un tío físicamente muy potente que interpreta el juego de una forma espectacular". Eso, sin entrar a valorar sus "impresionantes" cambios de ritmo, su "valentía" defensiva o la manera de recuperar balones. Por último, están los finalizadores, "que son velocistas puros con gran capacidad defensiva y habilidad técnica". 

En España, el finalizador por "excelencia" es, según el seleccionador, Pol Plá, que en un sprint de 40 metros alcanza picos de velocidad de 36 km/h. "Es un jugador muy respetado en el circuito mundial, no sólo por su velocidad sino por su contundencia en defensa", aclara Feijoo. Con esos requisitos tan exigentes a nivel físico, no es extraño que el rugby pusiera sus ojos en el atletismo. Mario Moure, un velocista capaz de hacer 60 metros en 6,71 segundos, estuvo probando unos meses para después regresar al atletismo. 

Ahora Feijoo busca atletas que ya hayan alcanzado sus metas para incorporarlos. Pero hay un hándicap. Los velocistas son rápidos corriendo en línea recta y "nosotros necesitamos que hagan también muchos desplazamiento laterales, aparte de los impactos propios del juego". Todo eso lleva tiempo y "para eso está la academia". Para los menos entendidos que quieran ver partidos de seven, el seleccionador pone en valor varios aspectos del juego. "Es más explosivo y vistoso que el rugby que todos conocen, así que, a cualquier espectador que le guste la velocidad y la acción se va a enganchar enseguida". 

Recuerda incluso el impacto televisivo de esta modalidad nueva en las Olimpiadas "cuando la gente vio la destreza, los impactos o los uno contra uno que hacían los jugadores". Dicho en palabras del propio seleccionador, los espectadores podrán ver en Madrid "la velocidad al estilo de la NFL y lo mejor del rugby XV, solo que de forma constante". 

En este torneo Feijoo se ha marcado tres objetivos. El primero dar minutos al grupo de chavales que han entrado nuevos este año en un equipo "insultantemente" joven puesto que tiene una media de edad de 22 años. "A muchos les falta experiencia y dándoles esos minutos de calidad les servirá para que abran los ojos y vean lo que les espera el próximo año en las series mundiales que para algunos supondrá una bofetada de realidad". 

El segundo promocionar el rugby a siete porque "a pesar de ser el gran desconocido es, sin duda, el rugby del futuro". El tercero y último es tratar de plantar cara a selecciones que hoy en día están por encima de España en el ranking. O sea, "competir a un nivel parejo con un máximo de diferencia de un ensayo estaría en el camino correcto". En su mente está intentar ganar a Francia y, ya puestos, también a Argentina. Lo de Estados Unidos ya parece más complicado. 

A día de hoy Feijoo mira al futuro con ilusión porque "poco a poco nos vamos equiparando a las grandes potencias". Aquí hace una distinción entre el XV, "donde, gracias a su genética, en algunos países salen jugadores muy fuertes y eso, lógicamente, dificulta que nos igualemos a ellos", y el seven, ya que "al ser más dinámico y movido se acomoda mejor a las características de los jugadores españoles". Eso sí, echa en falta que la cultura de las pesas y la de ir al gimnasio aún no se haya arraigado del todo en el rugby español. "Ahí tenemos un debe", se lamenta. 

En el plano físico la cosa va mejor. Se muestra satisfecho aunque hay margen de mejora en varios aspectos relativos a la destreza y a la habilidad. "Por ahora no somos una potencia, pero de aquí a diez años seguro que vamos subiendo el nivel a medida que corrijamos esos déficits que tenemos".     

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