Rusia y dopaje, una pirámide corrompida desde la base hasta el vértice

  • Puesto en entredicho los últimos años, especialmente a raíz de los casos de Lance Armstrong y Marion Jones, el sistema de control analítico del dopaje no es que haya fallado en el atletismo ruso: estaba corrompido enteramente, desde la toma de muestras de sangre hasta la cima del sistema.

Desde los primeros eslabones, las extracciones de sangre u orina que eran casi sistemáticamente evadidos por los atletas rusos, sino advertidos de los controles que deberían pasar por la autoridad responsable, pasando por la agencia nacional antidopaje rusa (Rusada) y los entrenadores: El informe de la comisión independiente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) es un golpe de incalculables dimensiones para el atletismo ruso.

Desde el momento en que los atletas estaban prevenidos, utilizaban cómplices a los que enviar a los controles, o ingerían sustancias para ocultar el dopaje.

Indispensable en los controles fuera de competición - los más eficaces- el proceso de localización estaba también corrompido. Direcciones ausentes, erróneas y multitud de requerimientos internacionales se estrellaron ante las puertas del sistema ruso.

En cuanto a la Rusada, autoridad supuestamente encargada de sancionar por negarse a realizar las pruebas o por violaciones de las obligaciones de estar localizados, simplemente se limitó a atrasar sistemáticamente los procedimientos.

Si las pruebas eran realizadas en tiempo y forma, y los analistas descubrían el resultado positivo, aparecía la manipulación.

"Si un atleta no podía arreglarlo con los encargados de extraer las muestras, entonces debía hacerlo usando medios financieros, a través de las autoridades del laboratorio antidopaje", explicó la comisión de investigación de la AMA.

Esta última, dirigida por Dick Pound, antiguo jefe de la agencia, señala que 1417 muestras, potencialmente concluyentes, fueron destruidas en diciembre de 2014, en vísperas de la visita de la comisión de investigación, que había anunciado su llegada al director del laboratorio de Moscú Grigory Rodchenko.

El documento de más de 300 páginas relata igualmente cómo el laboratorio moscovita, acreditado por la AMA, era objeto de "injerencias externas" en su trabajo de análisis.

Unas injerencias materializadas por órdenes verbales procedentes del Ministerio de Deportes, pero igualmente por la presencia constante de miembros de los servicios secretos rusos, el FSB. Al igual que ocurrió durante los Juegos de Sochi 2014.

Destruidos, saboteados, silenciados, los resultados positivos de las pruebas nunca fueron revelados a la federación rusa, o según los casos a la Federación Internacional (IAAF). Y eran los propios atletas los que podían pagar a una de las dos organizaciones para evitar que el escándalo se hiciese público.

Ya en la vertiente internacional del caso, éste estalló con el interrogatorio en Francia del antiguo presidente de la IAAF Lamine Diack y de otros directivos de la federación, entre ellos su médico, acusados de corrupción pasiva.

Para algunos atletas de muy alto nivel, en efecto, el proceso disciplinario en caso de control positivo no es tratado por las federaciones nacionales, sino que es 'exportado' para su instrucción hacia las federaciones internacionales.

Esta organización piramidal del dopaje y de la corrupción no se parece en nada a otros escándalos de los últimos años.

Evoca más bien a la antigua República Democrática de Alemania, cuando el dopaje de estado estaba más institucionalizado que los controles, poco eficaces, y con la AMA aún lejos de nacer.

Más recientemente, varios escándalos planetarios pusieron de manifiesto los fallos del sistema analítico de detección. Fue el caso de Lance Armstrong -privado de sus siete victorias en el Tour de Francia- o incluso de Marion Jones -antigua estrella mundial del esprint femenino-, desenmascarados sin que ninguna muestra positiva haya existido nunca.

Miles de veces examinados, ambos consiguieron atravesar las redes antidopaje utilizando productos difícilmente detectables. Fueron descubiertos gracias a las revelaciones de la prensa y a la intervención de la justicia.

En ese aspecto la historia se repite. Hoy, quien forme parte de la historia de los grandes engaños del deporte no habrá sido descubierto por un laboratorio, sino por los periodistas y los investigadores.

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