Sepúlveda, el 'hijo del viento' de La Patagonia sufre en el Tour

Nacido en la ciudad de Rawson y curtido contra el viento de La Patagonia, Eduardo Sepúlveda lidera al modesto equipo Fortuneo en el Tour de Francia, en su segunda participación, en la que reconoce estar sufriendo después de llegar corto de forma tras una grave lesión en la muñeca.

"La lesión va bien, pero estoy pagando la falta de entrenamiento y competencia, esto es una guerra cada día", explicaba Sepúlveda en la segunda jornada de descanso del Tour, antes de llegar a Los Alpes.

El prometedor ciclista argentino se cayó a finales de febrero en la Drome Classic y estuvo tres meses de baja. Antes había ganado una etapa en la Vuelta de San Luis.

"Me está costando todos los días, en las etapas planas con viento gasté mucha energía únicamente para permanecer en el pelotón", señala desde Berna, visiblemente exhausto, este hombre de 1,74 metros y escasos 60 kilos.

El sufrimiento le ha hecho cambiar de objetivos. Quería finalizar entre los 20 primeros, ahora opta a dar el golpe e intentar meterse en una fuga para optar a una etapa.

¿Cómo un chico de Rawson puede acabar liderando un equipo francés en la meca del ciclismo?

"Mi papá corría por la zona como aficionado y me contagió. Veíamos el Tour y luego me motivaba, agarraba la bicicleta y salía a correr", recuerda.

Si hoy Eduardo Sepúlveda es ciclista profesional es gracias al empeño de su padre, del mismo nombre, fallecido en un accidente de tráfico en 2007, cuando recorrían juntos los 1.300 kilómetros entre Bragado (provincia de Buenos Aires) y Rawson, tras una competición juvenil. El chico, entonces de 16 años, sólo sufrió lesiones leves.

"Para mi padre era un sueño que fuera profesional, por eso he perseverado. Es difícil hablar de esto", decía hace un año en la revista Velo, referente francés de este deporte.

Sepúlveda se curtió en las difíciles condiciones de su región. "Contra el viento no pasábamos de 13 km por hora y luego volvíamos a 55 km/h, al lado del océano es así", rememora.

En tierra de rugby y fútbol, deportes que Sepúlveda compaginó con el ciclismo hasta los 12 años jugando como central, su viejo grupo de amigos era una anomalía.

"Éramos como los locos de la ciudad, unos tipos contra todo ese viento. Luego en la escuela los compañeros se sorprendían porque me depilaba las piernas", explica.

Sus excelentes condiciones, es un escalador capaz de hacerlo muy bien en la contrarreloj, llamaron la atención de su actual formación, a la que se incorporó en 2013, tras haber pasado por el Centro Mundial de Ciclismo, en Los Alpes suizos, especializado en captar talento en lugares improbables (su mejor 'alumno' ha sido Chris Froome, nacido en Kenia).

"Aunque no soy un argentino muy loco", empieza haciendo referencia a su carácter reservado, "noté el choque cultural de vivir en la Bretaña", recuerda.

"No sabía francés. Luego las costumbres, en Argentina un supermercado cierra a las 9 de la noche, aquí a las 6 y media. Me aburría", añade.

Decidió cambiar su base europea a Cataluña, donde las costumbres son similares a las argentinas, y finalmente se ha instalado en Andorra.

"Me agarré un departamento en altura, estoy en casa y como si estuviera concentrado", dice.

Por ahora sus inicios en el Tour han sido complicados. Tenía que haber debutado en 2014 y no lo hizo por una lesión, el año pasado fue expulsado en la 14ª etapa por agarrarse a un coche cuando marchaba 17º y este año ha llegado lejos de su mejor forma.

Su próximo reto, liderar a la selección argentina en los Juegos de Rio. "Es un circuito exigente y en estas competiciones suele haber sorpresas", recuerda sin querer situarse como un candidato a las medallas.

pm/gv

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