Tarjeta amarilla al legado del Mundial-2014

¿El Mundial-2014 fue un éxito, dejó un lindo legado? "No lo creo": el alcalde de Rio de Janeiro, Eduardo Paes, fue tajante en una opinión que muchos en Brasil comparten.

"La Copa del Mundo estuvo marcada por obras inacabadas, estadios demasiado grandes que terminaron convertidos en elefantes blancos, y tuvo una baja participación de iniciativa privada", criticó Paes, que se ha felicitado hasta el cansancio por organizar los Juegos Olímpicos de Rio-2016 a "bajo costo".

Los estadios son el legado más visible de la Copa del Mundo, que se organizó en 12 ciudades de Brasil. Algunos, como el Arena Corinthians de Sao Paulo o el Maracaná de Rio, se usan con frecuencia, pero en otras ciudades, como Manaos (norte), donde no hay cultura de fútbol, el riesgo de "elefantismo blanco" es grande.

Muchas obras de infraestructura planificadas en el marco del Mundial quedaron igualmente en el papel. Un año después del evento, el gobierno aseguró que se entregaron 36 de los 44 proyectos prometidos para el evento, aunque la prensa local asegura que la cifra es muy inferior.

"Hubo gente animada, alegre, fiesta, música, buena comida, bellas personas, pero seguimos con la imagen de entregar las cosas fuera de plazo y alto costo, sin capacidad para planificar", añadió Paes.

De parte del gobierno, se habla de aprendizaje.

"Brasil es un país en desarrollo que aprovechó la oportunidad de organizar grandes eventos, como la Copa Confederaciones 2013, el Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016 [5-21 de agosto] para avanzar en varios aspectos, buscando construir una cultura que ponga más énfasis en la planificación y la eficiencia en la ejecución de proyectos", indicó el ministerio de Deportes a la AFP.

La Arena Amazonas de Manaos por ejemplo recibirá seis partidos del torneo de fútbol olímpico. Dos años atrás fueron cuatro del Mundial, con selecciones gigantes como Portugal, Italia e Inglaterra.

Fuera de eso, recibe normalmente un puñado de partidos. Los modestos clubes locales, ninguno en la primera división, reclaman que los costos del estadio son muy altos, obligando a la federación amanzonense (FAF) a programar los encuentros en otras canchas.

En intentos para llenar las 40.500 sillas de esa imponente construcción, clásicos brasileños se disputan en la ciudad amazónica. Los cariocas Flamengo y Vasco disputaron la semifinal del torneo regional de Rio allí, a finales de abril.

El estadio de Natal, hoy poco usado pero famoso por ser escenario del famoso mordisco que Luis Suárez dio a Giorgio Chiellini en el Mundial, recibió un 'Fla-Flu' entre Flamengo y Fluminense a finales de junio.

"Los estadios utilizados para la Copa del Mundo, además de garantizar una mayor comodidad y seguridad para el público, los atletas y profesionales, están diseñados para usos múltiples", defendió el ministerio de Deportes, que no obstante aclaró "no se hace responsable de estas estructuras".

"Le corresponde a los administradores de los estadios encontrar asociaciones y alternativas para un mejor uso de las instalaciones", subrayó.

La televisión Globo presentó en marzo pasado un balance de los "cadáveres" del Mundial, como las estaciones de un ferrocarril en Fortaleza que hoy sirven de vertederos de basura, o el tranvía en Sao Paulo, parado.

Y la palabra corrupción, muy usada por estos días en Brasil, no escapa del legado mundialista.

El exgobernador de Mato Grosso, Silval Barbosa, está investigado por malversación de fondos en la construcción del tranvía de Cuiabá para el Mundial y que está aún sin terminar.

Y el legendario estadio Maracaná también estuvo en el ojo de la justicia, que investigó la controversial reforma para el Mundial, supuestamente involucrada en la trama de corrupción en la estatal Petrobras.

En vez de los 705 millones de reales (USD 214 millones al cambio actual) inicialmente previstos, se gastaron 1.200 millones (USD 364 millones) de las arcas públicas.

La popularidad de la Copa ya había sufrido un golpe en 2013, cuando millones de brasileños salieron a las calles para manifestar contra las millonarias inversiones públicas en la organización del evento, en detrimento de sectores más necesitados como la educación y la salud.

Los escándalos que han salpicado a una buena porción de la clase política y los grandes constructores, responsables de los estadios, no ayudó a crear tampoco afinidades con el Mundial... Eso sin hablar del 7-1 que Alemania le zampó a Brasil en la semifinal.

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