Trabajar en un clásico rodeado de aficionados, una actividad de riesgo

  • El fútbol desata pasiones y un Real Madrid-Barcelona, más todavía. Ver un partido así rodeado de aficionados que gritan y saltan mientras intentas trabajar es un acontecimiento único en el que más que nunca se depende del resultado del partido, que si es malo hace del trabajo una actividad de riesgo. Esto se vivió en el Bernabéu.
Silla arrancada por un exaltado en el Bernabéu junto a un periodista
Silla arrancada por un exaltado en el Bernabéu junto a un periodista
lainformacion.com
Jorge Ramírez Orsikowsky

En partidos con tanta expectación como un Real Madrid-Barcelona de semifinales de la Champions, son tantas las peticiones de la prensa que el club blanco tiene que ubicar a una parte de los medios en el mismo lateral, pero más arriba de la zona habitual. Hacer tu trabajo junto a los aficionados de un equipo, en este caso los locales, es una experiencia que oscila entre lo agobiante, lo divertido e incluso lo peligroso, dependiendo de lo que pase en el césped y del marcador.

Para empezar, y dada la proximidad también de los hinchas del Barcelona, en otra grada, el fondo norte, pero muy cerca, los minutos previos al partido fueron un constante reto. A falta de fútbol sobre el césped que distrajera a unos y a otros, los hinchas de las dos aficiones se desafiaban y se citaban para verse a la salida con el abismo de por medio, que facilita la 'valentía'. Los seguidores del Real Madrid pasaban por delante de la prensa mientras los periodistas cruzaban los dedos para que no les desenchufasen el portátil. Hubo suerte.

Ya con el balón en juego, los primeros minutos fueron llevaderos. Internet no funcionaba por los barridos de seguridad y era posible centrarse en el juego con los cánticos de unos y otros de fondo, que dan mucha vidilla al partido. Es bonito ver a las aficiones centradas en animar. Cuando volvió la conexión, apareció la primera dificultad para trabajar, aunque era fácilmente subsanable con la tecla de borrar. Escribir un artículo mientras justo detrás, a la altura de las orejas, dos hinchas gritan, es difícil. Se te va de la cabeza la idea en beneficio de frases como "¡se ha tirado!", "hay que presionar más arriba". Casi se cuelan los tacos en el texto.

Tipos de hinchas

La llegada del descanso fue el momento en el que los seguidores del Real Madrid aprovecharon para dar una tregua acústica a los periodistas, la tregua del bocata. Por el lío junto a los banquillos al final de la primera parte, se interesaban por lo que había pasado, y celebraron la expulsión de Pinto al recibir esa información. Es el momento de poder charlar un poco con ellos y verificar cómo son. Los hay de varios tipos: los que entablan una charla y te ofrecen incluso bebida, los que te preguntan el medio para el que trabajas y tu opinión de lo que has visto ("pon que el árbitro está ayudando al Barça"). Los hay más simpáticos y graciosos, más callados y tranquilos.

Pero por encima de todos destaca el exaltado. Es un tipo con alma de líder que se levanta y arenga a los demás para animar con más fuerza, que quiere ser el que más apoye a su equipo. Este aficionado fue tornando con el paso de los minutos de animador de la fiesta a enemigo público número uno del mobiliario. Con la expulsión de Pepe y la de José Mourinho, todos gritaron con el resto del estadio, pero el exaltado empezó a dar patadas a un asiento libre entre dos periodistas. Con el primer gol de Lionel Messi, ese mismo aficionado, con alguna cerveza de más, pasó a dar puñetazos al asiento, culpable en su subconsciente de la derrota blanca.

Un compañero se cambió a otro asiento libre (hay dos entre cada puesto de prensa) para escapar de la furia de ese individuo. Justo a tiempo porque con el segundo gol de Messi, el exaltado estalló y arrancó el asiento que tenía delante a golpes. Ni siquiera le quedaron fuerzas al final para increpar a los hinchas del Barcelona, que celebraban el triunfo (0-2) en el Bernabéu. Al final, mientras la grada se vaciaba, uno de los que estaban detrás pregunta si la expulsión de Pepe era justa y se despide: "Gracias. Está difícil, pero habrá que ganar 0-3 allí". La pena iba por dentro pero le quedaba la fe, que mueve montañas… Y no daña las sillas ajenas. Para ser un gran seguidor de tu equipo no hace falta ser el más exaltado.

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