Lo nunca visto. Un jugador de fútbol australiano paró el juego para chivarse de los insultos racistas de una adolescente. La chica, que estaba en primera fila con su abuela viendo el partido, llamó "mono" a Adam Goodes y entonces pasó esto.
El jugador no lo dudó, señaló con el dedo a la joven y pidió que fuera expulsada del estadio. La seguridad del estadio de los Collingwood se dirigió a la chica, de 13 años, y ante su cara de sorpresa la "invitaron" a salir fuera.
Gesto con el que no todo el mundo estuvo de acuerdo. Parte de la afición reprochó a los agentes que hicieran subir por las escaleras de la grada a la joven. Algunos piensan que la medida fue abusiva y que el interrogatorio posterior asustó a la joven.
El Sunday Herald Sun contactó con la abuela y la madre de la chica. La adolescente pidió disculpas por carta al jugador. Joane, la madre, asegura que su hija no fue consciente del alcance del insulto.
La niña, que fue interrogada sin estar presente un adulto, está asustada y recibirá el apoyo psicológico del Collingwood. El jugador ya la ha perdonado.
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